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Inauguramos una nueva semana de trabajo en todos los cursos y modalidades, con un nuevo artículo en el que analizamos la gramática comunicativa. Su implantación supuso un cambio de orientación en el desarrollo de los métodos de enseñanza gramatical en las últimas décadas. Asimismo, haremos un trazado de las coordenadas metodológicas y en relación a qué influencias se ha desarrollado la aplicación didáctica de la gramática al aula.
Esto que apuntamos no es nada nuevo. La enseñanza gramatical y lingüística que dimana de los principios y parámetros del modelo comunicativo se ha visto favorecida por la pujanza de los paradigmas de corte funcional y pragmático. Estas nuevas parcelas de estudio han fertilizado, y transformado en muchos aspectos el método estructuralista reorientándolo hacia una función comunicativa, preponderante, pero no exclusiva.
Gramática comunicativa: la pragmática y su singularidad en los currículos educativos LOMLOE
El estudio de la gramática en clave pragmática, comunicativa, se traduce en el valor y uso de las unidades gramaticales dentro del contexto y las coordenadas que determinan el intercambio comunicativo contextualizado y real. He aquí que el contexto pragmático sirve para desambiguar el sentido y atribuirle la función transmisora de ideas, representaciones y conceptos.
Estaremos de acuerdo, desde todo ámbito y óptica, en que el objetivo de nuestras enseñanzas es el de crear oyentes, escritores y lectores competentes. Sin embargo, el eje de la enseñanza de la lengua es desde hace mucho tiempo la transmisión de conocimientos gramaticales y de rudimentos de teoría lingüística. En los actuales currículos LOMLOE la reflexión gramatical se concibe como un componente del aprendizaje del uso de la lengua. Este aspecto se refiere a aspectos como las relaciones de interdependencia entre texto y contexto, la organización de los contenidos, la estructuración del texto de acuerdo con determinados esquemas convencionales, la cohesión de los enunciados sucesivos del texto mediante procedimientos lingüísticos diversos y el uso correcto de las reglas léxico-morfo-sintácticas. Se trata, por tanto, de un aspecto que hemos de tener muy presente en la elaboración de las programaciones, las unidades didácticas y las situaciones de aprendizaje.
Conseguir las destrezas gramaticales y las habilidades comunicativas y Lingüísticas
Lograr las destrezas anteriores requiere conocimientos procedimentales para conseguir la competencia en comunicación lingüística. Nuestra metodología al estudiar la gramática comunicativa no debería basarse única y exclusivamente en intentar conseguir una actividad verbal. Orientarla a la ejecución de rutinas comunicativas automatizadas no es muy útil. Es cierto que en la práctica sí podemos ejecutar un elevado número de operaciones de producción lingüística sometidas a cierto grado de ritualización. La clave se encuentra en reflexionar sobre los usos lingüísticos. Es también importante adquirir la suficiente capacidad crítica para manejar distintas actitudes en el estudio de la lengua. Escribir, por ejemplo, implica elegir, modificar, adecuar, es decir, utilizar y explotar la lengua de un modo consciente.
La reflexión gramatical dentro del proceso de aprendizaje de la lengua ha de entenderse, por tanto, como parte de las habilidades del uso lingüístico en diferentes contextos comunicativos.
Un giro en la gramática comunicativa: del formalismo a lo pragmático
Como en todo movimiento de acción-reacción, muy a menudo constatamos en la evolución científica cambios y sustituciones de modelos y paradigmas. Los métodos de enseñanza gramatical (y, paralelamente, los modelos educativos) de corte estructuralista adolecían de un excesivo formalismo. La enseñanza de la lengua se reducía a la memorización de estructuras gramaticales, al análisis sintáctico o a la asimilación, replicación y uso de construcciones gramaticales fijas.
Era frecuente apreciar, al término de la etapa de Educación Secundaria Obligatoria, el Bachillerato Unificado Polivalente (BUP) o COU, cómo bastantes alumnos y alumnas eran capaces de analizar oraciones complejas que contenían cinco o seis subordinadas. Algunas de ellas autoincrustadas artificialmente: “El edificio donde está la empresa que fabrica los colchones que compraste la semana pasada es del padre de Enrique, el chico que va a la escuela donde da clase Marta, la hermana del jardinero que trabaja en el barrio donde vive mi prima”. Sin embargo, esos mismos alumnos y alumnas eran incapaces de redactar un texto coherente de 15 líneas. Este hecho generó alarmas y dio lugar a la búsqueda de nuevos paradigmas y modelos, entre los que destacamos el sociológico y comunicativo.
La gramática comunicativa en el aula
El aula es un escenario adecuado para poner en práctica y dinamizar métodos de enseñanza gramatical que beben del uso y la reflexión lingüística. Autores como Ana Camps, Fillola o Cassany explican actividades adecuadas para dinamizar el aprendizaje lingüístico-gramatical.
Las clases de lengua, tradicionalmente, han estado dirigidas a la enseñanza de la práctica normativa del uso de la lengua. La ortografía y la gramática consumen horas y horas de trabajo. A la vista de los resultados PISA, sin ir más lejos, el provecho es bastante reducido. La morfología, la sintaxis y la lectura en voz alta. También podemos añadir algunas prácticas de redacción y muy poco trabajo de la pragmática de la comunicación oral.
El modelo estructuralista, formal, contempla el estudio de la lengua en el aula como un conjunto de tareas basadas en la identificación de palabras con una ortografía fija. Presentaba oraciones para analizar sintácticamente, listas de palabras clasificables según determinados criterios, la mayoría de veces morfológicos, y, en definitiva, muy pocas veces los profesores trabajamos y entendemos la lengua como órganon o repertorio de reglas, principios, funciones y relaciones vivas sometidas a intenciones más declarativas o conceptuales que contextuales . De este modo, los alumnos y alumnas acaban identificando la lengua con el libro de texto o la gramática o las reglas de ortografía. Nuestra labor como profesores/as debería orientarse a hacer perceptible el hecho de entender que la lengua sirve para comunicarse, hablar, estudiar, aprender, etc.
La competencia en comunicación lingüística
El correlato del paradigma docente de la gramática comunicativa que aquí ponderamos se sustancia en la competencia en comunicación lingüística. Esta competencia se entiende como el conjunto de capacidades que permiten aplicar de forma integrada los contenidos propios de cada enseñanza y etapa educativa, con el fin de lograr la realización adecuada de actividades y la resolución eficaz de problemas complejos.
A estos principios han contribuido las tres Leyes Orgánicas más recientes: la LOE y sus dos reformas, LOMCE y LOMLOE. Según el RD 1631/2006 LOE, la competencia en comunicación lingüística:
se fundamenta en facilitar las destrezas y actitudes que permitan expresar pensamientos, emociones, vivencias y opiniones, así como dialogar, formarse un juicio crítico y ético, generar ideas, estructurar el conocimiento, dar coherencia y cohesión al discurso y a las propias acciones y tareas, adoptar decisiones, y disfrutar escuchando, leyendo o expresándose de forma oral y escrita, todo lo cual contribuye además al desarrollo de la autoestima y de la confianza en sí mismo.
El enfoque sociológico
Muy relacionado con el anterior se encuentra el método sociológico. Este sistema propugna que la escuela es un reflejo de la sociedad en la que vivimos. A su vez, debe preparar a los alumnos y alumnas para realizarse en una sociedad plural, rechazando estereotipos, clichés e intransigencias que atentan contra la convivencia natural entre culturas, razas y lenguas. Aprender la lengua española y respetar sus variedades (necesidad a que apunta, por ejemplo, la competencia específica 1, que deberéis explicar adecuadamente y con fundada razón en la defensa de vuestras unidades y programaciones) se convierte en una necesidad básica y elemental para el desarrollo del individuo y el fomento de la convivencia social y democrática.
De ahí que debamos propiciar una fundada reflexión sobre cuál debe ser la postura de la escuela en relación con el hecho lingüístico. Es necesario desarrollar su ámbito más inmediato y cotidiano de la interacción social mediante la lengua y la corporeidad que adquiere en ella el pensamiento individual. Considerar que la lengua es un vehículo para el aprendizaje y, por lo tanto, que también debe ser aprendida ( y enseñada) como tal, es un aspecto capital que los profesores y maestros no podemos negligir.