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Presentamos un nuevo artículo en el que tratamos un tema que os ayudará a entender mejor el enfoque comunicativo en que basamos el diseño de nuestras programaciones didácticas, unidades didácticas y situaciones de aprendizaje.
La competencia comunicativa en el aula
En el Diseño Curricular de Educación Secundaria Obligatoria leemos lo siguiente:
“Todos los contenidos de Lengua y Literatura han de estar subordinados a las siguientes finalidades: mejorar la capacidad de comprensión y expresión de los diferentes tipos de mensajes (orales y escritos), desarrollar y afianzar el hábito de lectura, e iniciar una reflexión sistemática y funcional sobre la propia lengua”.
De lo que se trata es de que los profesores nos esforcemos por conseguir la mejora del uso comprensivo y expresivo del alumnado. Otras dimensiones son la adquisición de normas, destrezas y estrategias asociadas a la recepción de textos orales, escritos y multimodales en situaciones diversas de comunicación. Llevaremos a cabo esta acción por apropiación de los mecanismos que impulsan la competencia comunicativa del alumnado. Este planteamiento debe quedar claro a la hora de construir las defensas de las programaciones, unidades didáctica y situaciones de aprendizaje.
El problema de las prácticas pedagógicas conservadoras
Consideramos que en las últimas décadas el problema del déficit de conocimientos académicos de nuestro alumnado no se debe tanto al paradigma tradicionalmente empleado como a las circunstancias que definen el actual contexto docente de la escuela y los institutos de Educación Secundaria.
Sin embargo, no podemos negar que una de las raíces del problema se manifiesta con claridad en el hecho de que la enseñanza de nuestra materia ha sido una de las prácticas academicistas más conservadoras. Esta praxis la ha desviado de su verdadero objeto: dominar un sistema de comunicación-representación a favor de diferentes finalidades como la memorización gramatical, el estudio de la literatura despegado de la realidad de los textos, etc.
El informe Bullock, publicado en Gran Bretaña en 1975, arroja varias respuestas sobre este problema. Una de las conclusiones es que hemos otorgado preeminencia a destrezas tales como el reconocimiento de palabras, la ortografía, la habilidad técnica para el análisis sintáctico o el conocimiento histórico de los hechos literarios en detrimento de la competencia lingüística desde una perspectiva de uso funcional.
Los “saberes prácticos”
Uno de los objetivos de la LOGSE directamente relacionados con nuestra materia y la forma de aplicarla en la escuela ha sido el del fomento de los saberes prácticos y el propósito funcional, comunicativo, que hemos de otorgar a su enseñanza. Adquirir unas rutinas epistemológicas y didácticas de índole funcional y práctico se plantea en el polo opuesto a la tradición docente que, antes de ser profesores, aprendimos en las Facultades y que ha estado ligada a la teoría gramatical, el historicismo y el formalismo literario.
Estos enfoques se han preocupado, básicamente, por la descripción de la estructura abstracta de la lengua (un sistema formal que involucra a un hablante/oyente ideal), los asuntos relativos a los actos de habla y el significado ideológico de las distintas prácticas discursivas (cotidianas, formales, artísticas, etc.).
Esta tradición olvida que la creación de un texto no viene motivada por los aspectos formales sino por la intención de producir un determinado efecto en su receptor.
La Didáctica de la Lengua y la Literatura en el paradigma LOMLOE
Un principio en que se apoya la competencia en comunicación lingüística es el de la reflexión en torno a la lengua. Este precepto viene recogido en la enunciación de una de sus competencias específicas, la nueve, enunciada en el RD 217/2022 (o, en su caso, el Decreto curricular de la comunidad autónoma correspondiente):
9. Movilizar el conocimiento sobre la estructura de la lengua y sus usos y reflexionar de manera progresivamente autónoma sobre las elecciones lingüísticas y discursivas, con la terminología adecuada, para desarrollar la conciencia lingüística, para aumentar el repertorio comunicativo y para mejorar las destrezas tanto de producción oral y escrita como de comprensión e interpretación crítica.
Esta competencia recoge una serie de objetivos de aprendizaje:
- “Movilizar el conocimiento sobre la estructura de la lengua y sus usos”. Es decir, el aprendiz posee un conocimiento previo del sistema lingüístico, entendido como una facultad innata. Además, debe movilizar “sus usos” en el seno del diasistema comunicativo.
- “Reflexionar de manera progresivamente autónoma sobre las elecciones lingüísticas y discursivas, con la terminología adecuada”. La reflexión sobre el uso lingüístico a la que ya apuntaba la LOE y, además, de manera autónoma. Esto significa que esta capacidad es el fruto de la propia reflexión e interiorización del conocimiento adquirido en ella.
- “Para desarrollar la conciencia lingüística”. La facultad lingüística, como hemos dicho, es innata y se adquiere, en primera instancia, mediante la comunicación. La finalidad que la CE 9 apunta es la de tomar conciencia de su existencia, mediante la movilización de los saberes lingüísticos.
- “para aumentar el repertorio comunicativo”. Nueva finalidad relacionada directamente con el paradigma comunicativo-funcional.
- “para mejorar las destrezas tanto de producción oral y escrita como de comprensión e interpretación crítica”. Nos encontramos ante lo que tradicionalmente hemos llamado habilidades y destrezas de lectoescritura a las que ahora se incorpora la interpretación crítica.
El auge de lo discursivo y su contexto actual
En las últimas décadas las ciencias del lenguaje y otras disciplinas colindantes han evolucionado hacia un paradigma de carácter funcional y discursivo. Atendemos a un concepto de discurso como lugar de encuentro semiótico entre las diversas manifestaciones textuales y las variables de índole situacional y contextual que regulan el intercambio comunicativo.
En el siglo XX localizamos muchas disciplinas que se incluyen dentro de la reflexión sobre los usos del lenguaje. Tras el auge de las teorías gramaticales de corte estructuralista (con las que algunos de nosotros estudiamos) algunas de estas disciplinas han llegado en sus investigaciones a resultados que iluminan de forma enriquecedora nuestra visión de la lengua y de su uso.
Siguiendo a Carlos Lomas (op.cit.), las disciplinas afines a la Lingüística comunicativa pueden agruparse en cuatro bloques:
- La filosofía analítica o pragmática lingüística, que estudia el estudio de la actividad lingüística entendida como una parte esencial de la acción humana. Tales son los juegos del lenguaje, actos de habla o principio de cooperación.
- La antropología lingüística y cultura, la etnografía de la comunicación, la etnometodología, el interaccionismo simbólico y la sociolingüística. Estas disciplinas se ocupan del estudio del sistema lingüístico en relación con sus usuarios, miembros de la misma comunidad sociocultural concreta.
- Los enfoques discursivos y textuales. Estos planteamientos parten del estudio de las unidades supraoracionales. Conciben la construcción de la significación en el uso discursivo y en el contexto de la interacción social.
- Los modelos cognitivos, que se ocupan de los procesos que subyacen a la adquisición y uso de las lenguas.
Los fines comunicativos de la enseñanza de la Lengua
Los fines recogidos en las disposiciones oficiales publicadas desde la LOGSE han de ponerse en relación con los programas concretos de Lengua y Literatura. También intervienen los métodos, sistemas de aprendizaje, modelos de planificación didáctica y recursos de seguimiento y evaluación de este trabajo didáctico.
El fin más universal y reconocido de nuestra materia es el dominio de la expresión hablada y escrita, enunciado de una forma u otra en los diversos currículos académicos desde la LOGSE hasta hoy. Este objetivo omnipresente ha de corresponderse con una selección de contenidos diversa y las orientaciones metodológicas y de evaluación adecuadas. No basta con determinar los fines. Los profesores también debemos disponer de las herramientas que nos permitan conseguirlos, planificarlos y coordinarlos a nivel interetapa desde la escuela a los centros de Enseñanza Secundaria.