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En este artículo tratamos la importancia de estudiar la historia de la lengua (o Historia de la Lengua, como quería el maestro D. Ramón Menéndez Pidal, magistralmente editado por su sobrino, Diego Catalán) en la experta preparación de las oposiciones de lengua.
Hay aspirantes reticentes a sumergirse en el estudio profundo y exhaustivo de la historia de la lengua. Nosotros creemos, sin embargo, que es muy positivo dominarla para la realización del examen práctico de oposiciones. Además, resultará provechoso para un buen desarrollo de los temas incardinados en la parcela de esta disciplina.
¿Dónde radica la importancia de preparar bien la historia de la lengua?
En primer lugar, conocer a fondo la historia de la lengua es muy útil para realizar los comentarios lingüístico-filológicos de textos medievales.
En segundo lugar, un conocimiento experto de la historia de la lengua os permitirá desarrollar con éxito la resolución de otras clases de comentario, como el léxico-semántico o el literario. El estudio de la historia de la lengua pasa por ahondar en la explicación de la génesis y evolución de las palabras. Es muy importante la comprensión de la lengua literaria, el análisis de rasgos caracterizadores de épocas y estilos. Se trata de comprender el alma de las palabras al servicio del mensaje literario.
Por este motivo, huiremos de taxonomías y clasificaciones rígidas que no superan el tradicional encorsetamiento basado en asociar la historia de la lengua con lo filológico sensu estricto. Hay que dar un paso más allá en la realización de estos ejercicios. No es adecuado reducirlos a la datación. También es necesario detenerse en la explicación de cuestiones conexas como la evolución lingüística, el género, la temática, la tradición y las raíces filosóficas y culturales del texto.
¿Podría presentarse un texto anterior al siglo XIII?
Una pregunta que nos han hecho varios opositores es la de si cabe la posibilidad de que caiga un texto anterior a 1200 en los exámenes prácticos de oposiciones de lengua. La respuesta siempre es la misma: no puede darse tal escenario, por lo que explicaremos a continuación.
Orígenes remotos del castellano: dificultades filológicas
Don Ramón Menéndez Pidal, en su célebre obra Orígenes del español, en su 4ª edición de 1956, Madrid, Espasa-Calpe, reconoce que el estudio del español como lengua documentada por escrito empezaba con los tardíos manuscritos de obras literarias de hacia 1200. En aquel momento se citaban documentos notariales anteriores al siglo XIII. Estos textos pertenecían a la España Sagrada, de la Colección de Fueros de Muñoz o a otras publicaciones así. En estos casos se dan a luz copias copias hechas sin el menor propósito filológico, “corrigiendo la bárbara latinidad”, como a veces decían los editores antiguos.
Pidal relata en el prólogo de esta obra las dificultades con las que se encontró en su programa de investigación de la historia de la lengua. Se centró en analizar el corpus textual de los siglos X y XI.
Señala Pidal:
No acertábamos a encontrar material más antiguo. Tanto el señor Staaff como yo, de común acuerdo, partíamos en nuestros primeros estudios de los documentos en romance de comienzos del siglo IX, y remontando luego hacia atrás, ascendíamos hacia las primeras muestras de la tendencia romanizadora, que apuntaban en el siglo XII, sobre todo en los tres últimos decenios de esa centuria. Después, al subir más arriba de 1170, encontrábamos que, cuanto más hacia atrás, eI latín de los diplomas estaba más desprovisto de romanismos interesantes, y desistíamos de continuar la búsqueda. Sólo en 1915, cuando fui a trabajar en los archivos eclesiásticos de León, intenté el estudio por el extremo opuesto, esto es, empezando por los documentos del siglo IX y siguiendo por entre el rico tesoro de los que se conservan en el siglo X; y en ellos encontré una inesperada cantidad de formas romances que hacia fines del siglo XI empezaba a decrecer también, para agotarse en esa baja latinidad que en los dos primeros tercios del siglo XII nos había repelido antes.
La lengua romance en evolución
El tema 7 de historia de la lengua del temario de oposiciones de lengua atiende al estudio de la evolución de la lengua desde los orígenes hasta la actualidad. Lo que dicen las convocatorias es que los textos que puedan proponerse en la parte práctica estarán relacionados con el temario de la especialidad. No obstante, el romance se encuentra en un periodo de nacimiento lingüístico, el brote abrileño de la lengua, como diría Pidal. Consecuentemente, es improbable que pueda proponerse un texto de la época de los orígenes.
Además, en estos textos se localizan variantes exóticas. Estas manifestaciones se resuelven en las corrientes de vulgaridad de la lengua: la primera venía de los siglos antiguos, y se extinguía en el curso de los dos primeros tercios del XI. La segunda empezaba en el último tercio del XII y triunfaba con la adopción del lenguaje vulgar en el XIII. ¿Qué había ocurrido a fines del XI para detener la primera de estas dos corrientes? Pues la reforma cluniacense que restauró la latinidad y se alzó como una barrera aisladora entre las dos direcciones reseñadas. Y ¿qué ocurrió a finales del siglo XII para iniciar la segunda corriente? Pues un movimiento general a toda la Romania que llevaba a secularizar la cultura, y por tanto a entronizar el romance como lengua oficial ordinaria, dejando el latín solamente como supletorio para los actos más solemnes.
Corrientes del romance: ausencia de una norma lingüística única
Las dos corrientes se distinguen así bastante por su propio origen. La que se extingue en el siglo XI venía de muy antiguo. Esta variante arranca del latín vulgar de los primeros siglos medievales y refleja revueltamente ora arcaísmos de esa primitiva vulgaridad, que venían arrastrados por la tradición, ora neologismos del romance, todo en lucha con el latín escolástico, única norma literaria de entonces. Por el contrario, la corriente que empieza a fines del siglo XII, olvidada totalmente del latín vulgar por la interposición de un siglo entero de latín escolástico depurado, refleja solamente las últimas formas del romance en la historia de la lengua, las más nuevas, apoyadas en la coexistencia de dos normas literarias que entonces ya se hallaban acatadas: la romance al lado de la latina.
El comentario literario de textos latinos, traspasados al romance, se impuso como método de interpretación cultural. La segunda corriente nos sirve para observar el aparecer primero de las formas neológicas romances; vacilará, por ejemplo, entre la forma latina alteru y la romance otro. La corriente vieja nos sirve, no solo para darnos el romance de entonces, otro, sino también para ponernos delante grandes arcaísmos romances, muy anteriores al siglo X, altro, autro, aotro, pues recogía tradiciones de los primeros orígenes del habla vulgar.
Otro escollo: errores frecuentes de los copistas
En esta época temprana de la historia de la lengua eran muy frecuentes los errores que los copistas cometían en la transcripción de los textos. A menudo captaban fenómenos de la oralidad que intentaban reproducir con mayor o menor acierto. Otras veces la grafía era tan intrincada que resultaba muy difícil descifrarla y “descodificar” las palabras.
Los textos impresos anteriores a 1200, incluso los que podrían incardinarse en los comienzos tempranos de la norma toledana y alfonsí, carecen de la debida fijación lingüística como para aparecer en el examen práctico de oposiciones. Observemos aquí una secuencia:

Como puede apreciarse, la problemática del sistema gráfico del texto nos lleva a descartar la preparación de textos de estas características, primeros testigos de la historia de la lengua. En el comentario lingüístico-filológico los textos más antiguos que analizamos son los del Cantar.
Dominar la historia de la lengua para encarar el comentario filológico : garantía de éxito siempre
Como hemos dicho infinidad de veces, el comentario filológico es una cala segura. Conocer los entresijos y mecanismos de evolución lingüística, además de apasionante, es una clara seña de identidad de especialización y cualificación. Nuestra experiencia preparando a los opositores en el comentario filológico ha sido siempre muy satisfactoria, pues todos ellos ganaron la plaza. Y es que conocer a fondo la historia de la lengua denota una curiosidad y un interés superior por la lengua, entendida como organismo vivo, que transita y evoluciona, bifurcándose en sus distintas variedades y confluyendo en isoglosas, por los largos caminos del cambio lingüístico, de manera firme y decidida.