Dejo esta nueva composición para establecer una conexión con lo que hemos comentado en la entrada anterior y así apreciar la evolución poética del autor.
MASA Al fin de la batalla, y muerto el combatiente, vino hacia él un hombre y le dijo: «¡No mueras, te amo tanto!» Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo. Se le acercaron dos y repitiéronle: «¡No nos dejes! ¡Valor! ¡Vuelve a la vida!» Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo. Acudieron a él veinte, cien, mil, quinientos mil, clamando «¡Tanto amor y no poder nada contra la muerte!» Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo. Le rodearon millones de individuos, con un ruego común: «¡Quédate hermano!» Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo. Entonces todos los hombres de la tierra le rodearon; les vio el cadáver triste, emocionado; incorporóse lentamente, abrazó al primer hombre; echóse a andar...
Encuadre lingüístico y literario
El fervor poético de las primeras décadas del siglo xx está dominado en el Perú por la grandiosa figura de César Vallejo (1892-1938). Hombre de vida especialmente inquieta, sufrió persecuciones por sus ideas políticas. Vivió en la extrema indigencia y murió exiliado en París.
Evolución de su obra poética
Vallejo se inició, como era lógico, en la estela del Modernismo: sus primeros maestros fueron Darío, Herrera y Reissig y Lugones. Los heraldos negros (1918), su primera obra lírica, testimonia esta orientación inicial; más tarde, sin embargo, se volvió hacia la Vanguardia, como ya vimos con otro de sus poemas en una reciente entrada, y en ella encontró su voz genuina, roto definitivamente todo vínculo con el pasado, dando comienzo a la renovación concreta de la poesía peruana.
Comprender el universo poético de Vallejo
Para comprender la poesía de César Vallejo es necesario conocer su concepción de la vida. De la figura del poeta se nos ha transmitido una imagen que lo presenta manso, un hombre casi a la deriva. Como mestizo, tomó inmediatamente partido por los oprimidos y los desheredados. Las barreras raciales lo relegaban a la marginación en una sociedad dominada por injustificados prejuicios, sorda a las llamadas de la dignidad humana y de la caridad.