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Prepárate a fondo

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    Arrancamos con una nueva semana de trabajo y estudio, semana II del CURSO X, con el entrenamiento literario que nos procura la tarea de identificación y localización literarias. Podéis consultar aquí el análisis de contextualización literaria del texto de la semana pasada.

    Próximos a estas fechas los primeros llamamientos para las primeras pruebas de oposición, a algunos opositores les resultará bastante familiar este texto… Para tratarlo, es necesario conocer los rasgos de Escuela definidos por José María Castellet en una famosa obra de referencia.

    «QUEBRAR ALBORES«

    En los atardeceres de este junio,
    cuando la noche va desarzonada
    se recoge un carmín, y el cielo ensilla
    sus caballos de púrpura y de cal,
    y ya la oscuridad no nos da frío,
    mas nos arropa este tañer del aire,
    lo que en la cueva de la noche somos,
    el bisturí de los amaneceres,
    y esto que busca a tientas ser nosotros,
    por los estanques de la madrugada:
    desasidos los cuerpos, nos hallamos
    con el deslumbramiento cara a cara,
    cara a cara con fuego en la tiniebla,
    y esto somos nosotros, la guirnalda
    de los dos cuerpos en la luz ausente,
    aferrados al aire que es jazmín,
    la floración nocturna de la piel,
    este tacto que sólo da la noche,
    el tacto de los cuerpos esenciales,
    y ya reconocemos una albada,
    el rompeolas de la claridad.

    Pere Guimferrer («Quebrar albores»)

    La presente composición apareció en la pasada convocatoria de oposiciones de Cantabria. Sobre ella se plantearon cuestiones extraídas de los planos fonético-fonológico, métrico, morfológico, literario y sintáctico.

    Pertenece el presente texto a Pere Guimferrer, poeta integrante de la escuela de los novísimos. Este marbete se debe al hecho de que J.Mª Castellet lo incluyó en su famosa antología Nueve novísimos poetas españoles de 1970. Pero, tras su publicación, se generó una importante polémica sobre el criterio de selección utilizado por el crítico de la Escuela catalana.

    El poema no presenta rasgos definidos de la estética novísima de manera singular. Estos rasgos los ha resumido muy bien el propio J.Mª Castellet; aquellos que pertenecen al grupo de la tendencia y escuela de los novísimos, en sus rasgos más academicistas: la denominada tendencia «coqueluche», en terminología del mismo maestro:

    • la sensibilidad camp,
    • ruptura de las convenciones ortográficas,
    • alusiones a la cultura cinematográfica norteamericana,
    • elementos del pop art, etc.

    En estos casos debemos irnos a las fuentes e influencias para fundamentar el ejercicio de contextualización desde lo hipotético-deductivo.

    Una obra literaria que se proyecta desde la vanguardia novísima a la estética modernista

    En primer lugar, en el caso de Guimferrer constatamos una proyección principal que va de las vanguardias a una estética simbolista-modernista. Este poema pertenece a la segunda etapa de creación poética.

    Juan José Lanz y Antonio Jiménez Millán (“Periodización de la poesía actual”, en Historia y crítica de la literatura española. Los nuevos nombres: 1975-2000 , F. Rico (Coord.), ed. a cargo de Jordi Gracia, Barcelona, Crítica, 2000) apuntan que las polémicas y luchas internas en el seno de la generación del 68 propician la aparición de una nueva estética a partir de 1977. Las primeras proclamas estéticas y teóricas provendrán de las mismas filas novísimas o paranovísinas.

    A fines de los setenta, sobre todo, las obras de Gimferrer y Carnero, que habían formalizado la estética novísima en sus primeros momentos y habían sido guía de buena parte de la escritura poética del primer lustro, parecían haber llegado a un punto de no retomo, a un punto cero. La estética había finiquitado porque la sensibilidad también lo estaba.

    En este contexto, interpretamos este relevo teórico-estético como un fenómeno que vino de la mano de dos poetas que habían participado de la estética novísima en sus primeros momentos: Antonio Colinas y Luis Antonio de Villena, fundamentalmente. La publicación de Sepulcro en Tarquinia (1975) e Hymnica (1979) marcaron un punto de inflexión fundamental para el desarrollo de la poesía española joven. Esto permitió a estos dos autores «actuar de puente entre la poesía estrictamente novísima y otro tipo de lírica más vinculada a la emoción» (Rubio).

    Asimismo, dentro de la generación de los novísimos encontramos esta evolución de la vanguardia al lirismo. El propio Pere Guimferrer es una buena muestra de ello.

    Por otra parte, José Olivio Jiménez (“Redescubrimiento de la poesía: Arde el mar de Pedro Guimferrer”, op.cit.) señala que en el poeta catalán encontraremos una marcada presencia de elementos neorrománticos ,que lo sitúan a la altura de las grandes voces de la temática amorosa. Es por esto, que algunos críticos han puesto mayor interés en resaltar el brillo, la originalidad y la eficacia sorprendente de su lenguaje.

    Elementos más sobresalientes de anclaje y contextualización lingüístico-literaria

    En resumen, los rasgos de contextualización más marcados nos llevan a considerar las influencias y el calado de otras estéticas de raigambre romántica, modernistas y simbolistas:

    • Temática amorosa (recordemos la influencia del «género de las albadas»).
    • Elementos de raigambre modernista.
    • Realismo sentimental.
    • Presencia de términos más cultos (“desarzonada” ) con marcado afán estetizante.
    • Importancia del símbolo (los estuvimos explicando) y su raigambre folclórica, etc.

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