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He aquí una nueva entrada para la contextualización de textos literarios en nuestra constante para la preparación del ejercicio-simulacro de la parte práctica de la oposición de lengua.
Reina el silencio: fúlgidas en tanto
Luces de paz, purísimas estrellas,
De la noche feliz lámparas bellas,
Bordáis con oro su luctuoso manto.
Duerme el placer, mas vela mi quebranto,
Y rompen el silencio mis querellas,
Volviendo el eco, unísono con ellas,
De aves nocturnas el siniestro canto.
¡Estrellas, cuya luz modesta y pura
Del mar duplica el azulado espejo!
Si a compasión os mueve la amargura
Del intenso penar por que me quejo,
¿Cómo para aclarar mi noche oscura
No tenéis ¡ay! ni un pálido reflejo?
Una autora única, pero que podría confundirse con Sor Juan Inés de La Cruz: brilla con luz propia
Este soneto pertenece a Gertrudis Gómez de Avellaneda. Considerada una de las escritoras más importantes del romanticismo hispanoamericano, cultivó todos los géneros. Casi toda la obra poética de Avellaneda es de carácter amoroso y en ella refleja los conflictos emocionales que provoca el amor y la tristeza. He aquí el motivo de la noche como sinónimo de pena y dolor amorosos. Una de las características del romanticismo de esta autora precisamente es este sentimiento de añoranza, pena y dolor. Este sentimiento viene provocado por la pérdida del ser amado como se constata anticipadamente en Noches lúgubres de Cadalso y que tratamos ya en otra entrada.
Las peculiaridades de la literatura romántica en el texto
El momento de contemplación de la noche no es único, ni propio, del alma romántica. Lo encontramos, por ejemplo, en el maestro de la contemplación que fue Fray Luis de León. En esta extrema intimidad, el alma se remueve y aspira a la fusión con una realidad extracorpórea transida de espiritualidad y esperanza. He aquí que Gertrudis se vuelca en la introspección amorosa para proyectar, en un sentimiento pánico su interioridad amorosa.
Los motivos de la luz y las estrellas
Más allá de toda individualidad, hay motivos que jalonan la estética literaria de todos los tiempos. Se trata de alusiones a las estrellas, las luces que coronan la esfera laminar, el sentimiento que arranca ímpetus de escapismo y de ir más allá. Todo esto se fusiona en este texto, característico del periodo romántico, en todos sus motivos y su virtuosismo literario.