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Os dejamos el texto de hoy para continuar con el mejor entrenamiento de localización lingüístico-literaria del mismo. En este caso hemos de prestar atención a alusiones que nos dirigen la época literaria concreta. Por otra parte, la palpitación textual del sentimiento y el lirismo nos dirige a un ámbito en el que esas referencias se encuentran aún vigentes, pero, en cierta manera, ya superadas.
¿Sabrías comentar a qué tipo de influjos y tópicos literarios nos referimos?
¿Podrías destacar algún aspecto formal que te lleve a aterrizar en un contexto lo más concreto posible?
¡Oh, quién tuviese un corazón de acero…
¡Oh, quién tuviese un corazón de acero
que no fuese falsado de arma alguna,
para sufrir los golpes de Fortuna,
y aquellas ansias tristes con que muero!
Leed, señora, mi vivir primero,
y revolved sus hojas una a una,
tomando la inocencia de la cuna,
hasta llegar al término postrero.
Adonde podréis ver una firmeza
con accidentes duros y süaves,
llagada de los pies a la cabeza.
Dolores que de agudos son ya graves;
veréis una rendida fortaleza,
do tiene Amor las fuerzas, vos las llaves.
El «amor cortés» y la tradición literaria
Las alusiones que realizas, Juan Carlos, son muy adecuadas y certeras. El esquema ideal del amor cortés, la dureza de la dama y las alusiones a Fortuna (recuérdese Laberinto de Fortuna o Bías contra Fortuna). Es importante notar aquí la presencia de un estilo conceptuoso, de carácter alegórico, con distintos símbolos, deudores de la poesía de Cancionero.
La conceptuosidad formal
Estamos ante una conceptuosidad de carácter formal, patente en : “corazón de acero” (es proverbial la dureza e impasibilidad de la dama ante el amador); alusiones a la Diosa Fortuna, la “señora” , la alusión a “Amor” y la idea de que la dama es dueña y señora del corazón del amante: “ …vos las llaves”.
Asimismo, nos encontramos ante una forma de expresión amorosa, que nos remite a periodos lingüísticos anteriores.
La superación de la rigidez tópica del Cancionero
Aparecen también otros elementos de diferente raigambre que apuntan a una paulatina superación de estos esquemas transicionales de desarrollo literario y lingüístico. Veamos el capítulo X: «Transición del español medieval al clásico» de la obra de Rafael Lapesa (Historia de la lengua española, Madrid, Editorial Gredos,1980).
Queda patente esta estética en el uso de la adjetivación, el soneto en tanto poema estrófico ya conseguido, la lengua literaria y la modernidad de la misma. Atrás quedaron las vacilaciones del Marqués de Santillana y sus Sonetos fechos al itálico modo.
Como siempre decimos: el buen entrenamiento del ejercicio pasa por identificar y explicar las claves temáticas y formales incursas en la composición. La superación de ciertos esquemas medievales, que sembraron ideas equivocadas sobre la pasión amorosa y su realización, se plasma aquí con el lirismo pleno del brote abrileño de la poesía de cancionero refinada hasta el extremo y quintaesenciada, casi un siglo después, por el ínclito Garcilaso de la Vega.
Su alusión a la Fortuna, obsesión propia del XV que el soneto recupera, así como su tono de lamento ante la dureza de la amada —en la clave del amor cortés—, así como su forma estrófica, nos llevaría posiblemente a intentar datarlo a comienzos del XVI.