Getting your Trinity Audio player ready... |
Inauguramos una nueva semana de estudio y trabajo con nuestra prueba de contextualización literaria, ejercicio utilísimo a la hora de identificar los rasgos más señeros y sobresalientes en la identificación lingüístico-literaria.
Siempre decimos que la evidencia del texto, los indicios de pertenencia autoral no deben confundirnos. Es muy difícil atribuir la verdadera procedencia del texto, llevándolo a un autor, obra o producción concreta. Lo importante es comprender y justificar los rasgos desde todos los niveles temático-lingüísticos. Lo estuvimos viendo con el texto de la semana pasada extraído del cuento «El indulto» de Emilia Pardo Bazán.
Debéis fijar y afianzar las técnicas de realización de este ejercicio el día del examen , pues ya sabéis que es la raíz de la que brotan otras tipologías de análisis.
Adentrémonos en la hermenéutica del texto:
“Cavilando yo sobre esto, después que, terminadas las fiestas, se quedó la ciudad como escenario de teatro cuando se retiran los actores y se apagan las candilejas; cavilando sobre esto, repito, de vuelta a mi lugar, caballero en el paterno rocín que hallé esperándome al apearme de la diligencia en la villa de los Calderetas, según lo convenido antes de salir de casa.
-¡Válgame Dios!- exclamaba para mis adentros sin ser rey, ni ministro, ni general, ni diputado a Cortes, ni gobernador de provincia, ni escritor de fama, ¡cuántas cosas puede ser un hombre además de secretario de ayuntamiento y administrador de unas cuantas fincas de la casa del Infantado!
Y exclamaba yo de esta manera, porque en aquel instante desfilaban en mi memoria los átomos y burbujitas de la masa deforme; los pintorescos detalles del término indeciso del consabido panorama; cuantos representantes había visto de las ciencias, de las artes, del comercio, de la industria, ya en la ostentosa comitiva, ya en medio de los afanes de sus respectivas ocupaciones; cuya manifestación palpable era aquella varia riqueza que yo admiraba cuando las muchedumbres desaparecían y quedaba el barrio entregado a sus propios y naturales elementos.
Pero no se deduzca de este mi modo de discurrir, que al volver de la ciudad a mi casa paterna llevaba ya conmigo el roedor gusano de las desmedidas ambiciones. Nada más lejos de mí. Juro a Dios que me entregaba a aquellas meditaciones tan fresco y desimpresionado como si nada tuviera yo que ver con ellas; y que al llegar a mi casa, ni en lo más mínimo ofendió su pobreza ni conturbó la serenidad de mi espíritu el recuerdo que tan fresco traía de las pompas y relumbrones que durante tres días habían estado pasando en la ciudad por delante de mis ojos.”
Notas para la contextualización genérica y literaria
He aquí una secuencia perteneciente a la novela Pedro Sánchez (1883) de José María Pereda. En ella encontramos rasgos inconfundibles del estilo de época, tales como la recreación mimética de la realidad concreta, el monólogo interior, la contemporaneidad de los hechos narrados, el detalle descriptivo y analítico, etc. Es muy fácil, por tanto, justificar el encuadre textual en el realismo decimonónico. La caracterización terruñera y un marcado sabor local, a la manera del cuadro costumbrista, son algunos elementos de esta obra que ayudan a clasificarla dentro de la vertiente del realismo regionalista más tradicional.
Enrique Rubio Cremades (Panorama crítico de la novela realista-naturalista española, Madrid, Castalia, 2000) reconoce el realismo costumbrista desde su singular concepción y significación ideológica y sentimental por lo que la representación de los personajes resulta convencionalmente idealizada, como sucede en el caso del protagonista de la novela Pedro Sánchez : “el más gallardo mozo que ha pisado madrileños salones y [que] provoca la ira de Dios , manejándose con la libertad y la gracia debajo de las prensas de la moda”.