La mejor manera de profundizar en el estudio de textos vivos de diferentes épocas, al objeto de observar en ellos los rasgos estéticos y formales que dominan el pensamiento del periodo estudiado, pasa por profundizar en el conocimiento y el saber crítico de dichos textos, propulsado por la lectura reflexiva de las referencias que recogemos en las instrucciones de realización de los planes de trabajo semanales.
¿Qué no se esperará de aquí adelante, por difícil que sea y por incierto, o qué discordia no será juntada? Y juntamente ¿qué terná por cierto, o qué de hoy más no temerá el amante, siendo a todo materia por ti dada? Cuando tú enajenada de mi cuidado fuiste, notable causa diste y ejemplo a todos cuantos cubre el cielo, que el más seguro tema con recelo perder lo que estuviere poseyendo. Salid fuera sin duelo, salid sin duelo, lágrimas, corriendo. Materia diste al mundo de esperanza de alcanzar lo imposible y no pensado, y de hacer juntar lo diferente, dando a quien diste el corazón malvado, quitándolo de mí con tal mudanza que siempre sonará de gente en gente. La cordera paciente con el lobo hambriento hará su ajuntamiento, y con las simples aves sin rüido harán las bravas sierpes ya su nido, que mayor diferencia comprehendo de ti al que has escogido. Salid sin duelo, lágrimas, corriendo. Siempre de nueva leche en el verano y en el invierno abundo; en mi majada la manteca y el queso está sobrado; de mi cantar, pues, yo te vi agradada, tanto, que no pudiera el mantüano Títiro ser de ti más alabado. No soy, pues, bien mirado, tan disforme ni feo; que aun agora me veo en esta agua que corre clara y pura, y cierto no trocara mi figura con ese que de mí se está riendo; ¡trocara mi ventura! Salid sin duelo, lágrimas, corriendo.
Ya estuvimos comentando algunos rasgos principales que invitan a pensar en la contextualización claramente renacentista del texto. Recordamos ahora los elementos de caracterización más señeros.
El uso métrico de la estancia
De su parte, Pablo comenta como característica la presencia de la estancia. Como ya sabéis, el Marqués de Santillana llega a afirmar en su Proemio e Carta: “(…) Los itálicos prefiero yo, so enmienda de quien más sabrá, a los franceses…”. Estos primeros intentos, infructuosos en opinión de Lapesa, dieron paso a una mayor elaboración artística y formal de estos metros italizanizantes.
El dramatismo textual
La dualidad y el juego de opósitos propulsan el sentido dramático del texto, y ofrece una imagen nítida de la contienda interior del “sin ventura padeçiente” . Como ya tratamos en otra entrada, queda aquí patente la influencia directa del pensamiento trovadoresco del amor cortés.
La temática amorosa
La temática amorosa de extracción petrarquista. Se trata de un amor rechazado, dolorido, motivo recurrente en esta lírica.
La proyección del estado anímico sobre la naturaleza
Se invierten los términos del equilibrio, pues reina el caos y la turbación. Es un elemento muy característico de ciertos pasajes de las églogas.
En definitiva, el yo lírico se queja de la cruel firmeza de la amada y ofrece una panorámica de su interioridad sentimental, salpimentada de las contradicciones propias del padecimiento y del dolor. La alegoría sirve para construir el universo de contradicciones, basadas en el juego de opósitos: “cordera paciente/lobo hambriento”, “simples aves/bravas sierpes”.
Se trata de un fragmento de la Égloga I de Garcilaso, cuya fecha de composición sitúa Lapesa (La trayectoria poética de Garcilaso, Madrid, Alianza Editorial, 1982) hacia 1533 ó 1534.
El primer elemento a tener en cuenta para disponer la contextualización es la estructura formal del poema. Así, las estrofas de catorce de versos, con alternancia de heptasílabos y endecasílabos y una rima consonante que se repite en cada una, se sitúan en el plano métrico de la estancia. En este sentido, hay que tener en cuenta su gran cultivo por parte de los renacentistas italianos y que, en España, la canción en estancias va a ser introducida por autores como Garcilaso y Boscán en la primera mitad del siglo XVI.
En este sentido, la alusión a ‘Títiro’, quien intuyo debe ser un personaje abordado por la literatura de la Antigüedad grecolatina, podría ir en la línea de la adscripción renacentista de la composición. Además, la pulcritud de la lengua del texto denota que este no es anterior a la modernidad literaria.
Hay, además, una abundancia de la cláusula latina, con la posición verbal pospuesta al objeto. Podría ser este otro indicio de influjo humanista, así como el gusto por el dualismo (‘verano/invierno’ – ‘cordera/lobo’ – ‘simples aves/bravas sierpes’) de herencia medieval directa.
No consigo, en todo caso, reconstruir el sentido esencial del texto. Se hace referencia a un ‘amante’ que alude a alguien de género femenino en pasado, siendo esta entidad retratada desde una óptica positiva: da ‘esperanza’ y es ‘ejemplo’ en la tierra. Supongo que se refiere a una amada que ya ha fallecido (tiempos verbales en pasado), pero parece hacerlo de un modo distinto a la lógica del amor cortés: ‘salid sin duelo, lágrimas, corriendo’. No hay, por tanto, queja amorosa. En cualquier caso, tengo muchas dudas y lo que expongo en este párrafo son meras conjeturas.
Quizás es también muy aventurado, no lo sé, interpretar la disposición del ‘agua clara y pura’ en un sentido humanista, esto es, como elemento de la materia que se corresponde o ‘refleja’ (sentido renacentista) la belleza del alma, una propiedad del espíritu humano. Esta belleza sería captada por el sentido noble de la vista (‘me veo’).
Sí resulta llamativo, empero, la abundancia de referentes textuales que ubican el mundo diegético en un ambiente rural, pastoril (‘majada’, ‘leche’, ‘queso’, ‘cordera’, etc.). Y no es menos cierto que la estancia va a participar del género lírico de la égloga, en el que varios pastores suelen fraguar un debate en torno al asunto amoroso en el marco de una naturaleza idealizada. Quizás vayan por aquí los tiros.