He aquí un nuevo texto para poner en práctica y entrenar las habilidades de este plano de la localización de textos literarios. Insisto en la idea de que es necesario contemplar este ejercicio como una labor cotidiana en la preparación ya que gracias a él podréis movilizar los conocimientos del plano lingüístico y literario. Es muy importante mejorar continuamente nuestro entrenamiento en este plano.
Son frías de fuera, con el amor ardientes, en la calle solás, trevejo, plaçenteras, rientes, en casa cuerdas, donosas, sosegadas, bien façientes, mucho ál y fallaredes a do bien paredes mientes. En pequeña gergença yaçe grand resplandor, en açúcar muy poco yaçe mucho dulçor, en la dueña pequeña yaçe muy grand amor, pocas palabras cumplen al buen entendedor. Es pequeño el grano de la buena pimienta, pero más que la nuez conorta et calienta, así dueña pequeña, si todo amor consienta, non ha plaçer del mundo que en ella non sienta. Como en chica rosa está mucho color, en oro muy poco grand preçio et grand valor, como en poco blasmo yaçe grand buen olor, ansí en dueña chica yaçe grand sabor. Como robí pequeño tiene mucha bondat, color, virtud, e preçios, e noble claridad, ansí dueña pequeña tiene mucha beldat, fermosura, donayre, amor, et lealtad. Chica es la calandria, et chico el ruyseñor, pero más dulçe canta, que otra ave mayor; la muger, que es chica, por eso es mejor, con doñeo es más dulçe, que açúcar nin flor. Son aves pequeñas papagayo e orior, pero cualquier d'ellas es dulçe gritador, adonada, fermosa, preçiada, cantador, bien atal es la dueña pequeña con amor. De la muger pequeña non hay comparaçión, terrenal parayso es, e grand consolaçión, solás, et alegría, plaser, et bendiçión, mejor es en la prueba, que en la salutaçión. Siempre qu'es muger chica más que grande nin mayor, non es desaguisado del grand mal ser foidor, del mal tomar, lo menos, díselo el sabidor, por ende de las mugeres la mejor es la menor.
Como bien habéis identificado los compañeros Lluís, Pablo y Álvaro se trata de un fragmento de una conocida composición (» De las propiedades que las dueñas chicas an«), perteneciente al Libro de Buen Amor (entre 1330- 1343). Constatamos en el libro un incesante flojo de consejos entre los personajes. Ya vimos en otra entrada la forma en la que D. Amor aconseja al Arcipreste que busque «una de esas viejas que andan las iglesias».
Recopilamos algunos de los rasgos recopilados.
La “descriptio puellae”
Señala María Rosa Lida de Malkiel (Juan Ruiz. Selección del Libro de Buen Amor y estudios críticos, Buenos Aires, EUDEBA, 1973) que Juan Ruiz delinea con primor de miniaturista el arquetipo medieval de belleza femenina.
No es una descripción individual sino que responde a un canon muy corriente en las aulas de retórica a raíz de la decadencia de la literatura latina, que fijaba los elementos, el orden y aun la expresión estilística del retrato (por ejemplo, con el uso de los diminutivos).
La literatura medieval ofrece innumerables descripciones de ese tenor. De acuerdo con esto, recuérdense solamente, dentro de la española, el retrato de Santa María Egipcíaca, el de Calectrix en el Alexandre, el de las hijas del marqués de Santillana en el Cantar dedicado a ellas, el de la pastora romana de Carvajales, el de Melibea en La Celestina, los del Romancero y, en el Siglo de Oro, el de la divina Elisa en la Égloga I de Garcilaso, y la parodia perfecta del motivo en el retrato de Dulcinea (Quijote, I, 13).
Podéis identificar fácilmente esta tipología descriptiva gracias a algunos rasgos: la abundancia de adjetivos con semántica positiva y dimensional, la etopeya pictórica, las derivaciones deadjetivales (dulçor…), etc.
La crisis de la segunda mitad de siglo
Ofrece el texto rasgos muy característicos de la crisis de fin de siglo, tal y conforme señala Lluís en su entrada. Como refresca Lluís en la cita de Alicia C. de Ferraresi nos encontramos ante una vindicación de un cambio en la visión antropológica del ser humano (En otra composición, al inicio del LBA, el Arcipreste defenderá la necesidad de compañía femenina: » Aquí diçe de cómo segund natura los omes e las otras animalias quieren aver compañía con las fembras»:
Como diçe Aristóteles, cosa es verdadera, el mundo por dos cosas trabaja: la primera, por aver mantenençia; la otra era por aver juntamiento con fembra plasentera.
Señala acertadamente el compañero Pablo un cambio de perspectiva aquí presente. La doctrina cristiana venía defendiendo una concepción platónica del amor, concordante con la doctrina orientalista (consultemos la referencia El Amor y Occidente de D. de Rougemont) .
Por otra parte, a lo largo de la crisis de mediados de siglo XIV asistimos a un cambio de dirección en la nueva mentalidad, que afecta a todos los planos de la existencia, como Pablo bien ha sabido identificar.
La lengua literaria
Ya comentamos en clase algunos de los rasgos de la lengua literaria de este periodo y que nos ayudaron a datar el texto. Señaló el compañero Álvaro dos rasgos: la forma de la conjunción copulativa y las diptongaciones.
Otros rasgos
Ya comentamos la relevancia en la contextualización de aspectos como el género, el canon, las alusiones en lo histórico-literario, etc.
Hay que tener en cuenta que el retrato se materializa mediante una técnica alegórica magistral, muy calculada, y que resulta apta para enaltecer y defender el estereotipo femenino que el Arcipreste defiende, procedimiento, por otra parte, muy típico de la Escolástica medieval.
La cuaderna vía
Apreciemos finalmente la decadencia de una estrofa que gozó de tanta plenitud y vigor en la centuria anterior. Como señala Deyermond* , la cuaderna vía, modalidad estrófica que privó en la literatura castellana de la primera mitad del siglo XIII, se vio abandonada por los autores de la segunda mitad de la centuria a pesar de que los primeros poemas que se habían escrito en esta forma no perdieron el favor del público.
Carecemos de datos sobre la frecuencia de su difusión oral, en el supuesto de que se diese, en cambio poseemos un material valioso en lo referente a la copia de los manuscritos.
(*Historia de la literatura española I. La Edad Media, Barcelona, Ariel, 1999 ).
Nos encontramos ante un fragmento del «Libro de buen amor», única obra de su autor, Juan Ruiz, publicada en 1330.
Parece ser que, en este período, el mester de clerecía todavía tenía cosas que decir, pero no demasiadas; casi todo estaba ya construido y formulado. Sin embargo, Juan Ruiz nos ofrece una nueva perspectiva, debemos recordar que en literatura raramente son los temas los que marcan diferencias significativas, sino el modo en que un autor entra en un patrón y se desvía del mismo para darle otro sentido. Aquí reside la genialidad del autor que nos ocupa y, en particular, la de este fragmento.
La ironía y el tratamiento del amor hacen que la identificación de esta obra sea inequívoca. A propósito de la ambigüedad del amor en esta obra, Alicia C. de Ferraresi nos dice lo siguiente: “La falta de toda alusión en el libro de Juan Ruiz a la natural meta amorosa -o sea, a la propagación de la especie- dentro de la ortodoxia aristotélico-tomista, así como de acuerdo a las doctrinas de Ermengaud (en el Breviari d’amor) y de Jean de Meun (en el Roman de la Rose), y la insistencia de nuestro poeta en el placer como esencia y fin del amor, ayudan parcialmente a aclarar la necesidad de presentar este buen amor con máxima ambigüedad”.
En efecto, como bien indica Lluís, el fragmento pertenece al «Libro de Buen Amor». La cuaderna vía ayuda en gran medida a la ubicación del texto, pues indica que estamos ante una obra del siglo XIII o XIV incardinada dentro de la corriente literaria que representa el Mester de Clerecía. La temática amorosa y la contemplación de la mujer como objeto de amor y fuente de placer carnal, y no espiritual, ya nos advierte de que estamos ante una ruptura de una de las temáticas predominantes del momento, la religiosa, que tan bien abordó Berceo, desarrollada sobre el eje maniqueo de virtud vs. pecado.
Por otro lado, en su obra, Juan Ruiz se referirá a este objeto de deseo como «dueña». De modo que, aquí, el significante del signo lingüístico «mujer como objeto codiciado y deseado» también juega un papel relevante.
Finalmente, y para no extenderme en demasía, quería subrayar el papel relevante que juega el adjetivo «leal» y su significación. El Arcipreste de Hita, al elaborar una obra profusa en ironía y ambigüedad, lanzará una sátira contra algunos de los estamentos institucionales y sociales del momento. Sin embargo, hay una línea roja que no traspasa: el matrimonio, unión sagrada entre el hombre y la mujer según la perspectiva de la Iglesia Católica.
Un par de rasgos lingüísticos pueden avalar las hipótesis de los compañeros en cuanto a la datación del fragmento. Por un lado, el texto da cuenta de las vacilaciones entre las formas «e» y «et» con el valor de conjunción copulativa propias del s. XIV, que desembocarán en una regularización de la forma «e» a mediados de dicho siglo. Será en el s. XV cuando la forma «e» alterne con la forma «y». De igual modo, encontramos ejemplos de diptongación en los que se hace uso de la grafía [y] (ruyseñor, donayre), lo que también nos hace datar el texto en una época no anterior al s. XIV.