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Los motivos del sueño, la metafísica del tiempo, las simetrías, la oposición constante, etc. Solo dos autores serían capaces de concentrar tanta expresividad en una sola composición bajo la magistral forma del soneto…. Los mejores guiadores para identificar algunos referentes son aquellos que se correlatan con las bases humanísticas.Nuestra perspectiva se centra en el comentario histórico-literario.
Fue sueño ayer, mañana será tierra: poco antes nada, y poco después humo; y destino ambiciones y presumo, apenas punto al cerco que me cierra. Breve combate de importuna guerra, en mi defensa soy peligro sumo: y mientras con mis armas me consumo, menos me hospeda el cuerpo, que me entierra. Ya no es ayer, mañana no ha llegado, hoy pasa y es, y fue, con movimiento que a la muerte me lleva despeñado. Azadas son la hora y el momento, que a jornal de mi pena y mi cuidado, cavan en mi vivir mi monumento.
Encuadre lingüístico-literario
Tu extenso comentario, Virginia, pone de relieve la utilidad del análisis diario que planteamos, como toma de contacto con los textos y pequeño comentario literario. Nada que añadir a tu impecable visión de las oposiciones y constantes choques que están presentes en la composición como forma de perspectivismo y confrontación interna, lucha, inquietud, constante desasosiego, típicos del Barroco. La metafísica quevediana, como señalas, se nos revela en estado puro. La constante pugna y la rapidez del tiempo, mejor instructor de la realidad humana, su constante fluir y la llegada a los brazos de la muerte. Los motivos de la «pena», el «cuidado» van enterrando al poeta en vida, como bien señalas, Virginia: «cavan en mi vivir mi monumento».
El entrenamiento en la elaboración del comentario intertextual: identificación de las fuentes clásicas
En las Epístolas morales de Séneca se encuentra la idea expresada en los versos 1,2 y 9:
«Yo mismo he experimentado la muerte… la muerte es el no existir y sé lo que significa esto. Lo que después de mí pasará, pasó ya antes de mí… A nosotros se nos enciende y se nos extingue; en el tiempo intermedio sufrimos algo, pero a cada extremo hay en verdad una tranquilidad profunda… En realidad la muerte nos precedió, y nos seguirá. Lo que antes de nosotros fue, eso es la muerte»
La consideración del punto presuroso que vivimos , apenas un pequeño punto, que puede entenderse en términos del espacio o del transcurso del tiempo: «siendo apenas señal mínima» o «instante». El combate y la defensa contra la muerte forman parte del singular magisterio metafísico de Quevedo. Las armas (el esfuerzo vital) construyen la semántica del campo de batalla, la pugna constante del vivir cotidiano.
Sin duda las referencias metafísicas sobre el tiempo suelen apuntar a dos grandes de la lírica barroca: Góngora y Quevedo. Reconozco algunos de los versos y sí, es Quevedo. Poeta obsesionado con el tema de la muerte hasta el punto de que Ramón Gómez de la Serna dijo de él que era un “poeta con vocación a muerto”. El caso es que para este poeta la vida era muerte y el nacer, morir. Íntimamente relacionado con este tema atiende el del tiempo, que es imposible retenerlo y huye de nosotros, pues “poco antes (no es ) nada, y poco después (solo es) humo” (v.1). No así, el primer terceto resume gran parte de su teoría metafísica, pues entrelaza el paso del tiempo: “ya no es ayer, mañana no ha llegado” con el de la muerte: “que a la muerte me lleva despeñado”.
En Quevedo los tópicos del tiempo y de la muerte no solo sirven para expresar su desasosiego ante un mundo desequilibrado, injusto y cruel sino que su convencimiento parecen fosilizarse en su pensamiento y lexicalizarse en su poesía. Así, lo efímero del tiempo, la vida que es muerte, la pena que sustituye a la alegría de la vida, no pueden sino cavar en vida su muerte: “que a jornal de mi pena y mi cuidado, cavan en mi vivir mi monumento”.
Las isotopías de la muerte y del tiempo se refuerzan por las de la guerra: combate, guerra, peligro, armas. Llegando así a un punto álgido de expresividad extrema.
Y, cómo no, en la descripción de un ambiente de batalla en donde el tiempo le gana el pulso a la vida, las oposiciones, tan típicas del Barroco, son constantes:
– Ayer-mañana (v.1)
– Poco nada-poco después (v.2)
– Defensa-peligro (v.6)
– Hospeda-entierra (v.8)
– Es-fue (v.10)
Sin duda, un bellísimo poema digno de una de las épocas más ricas de nuestra literatura.