Dejo una nueva composición poética. Puede llevar a confusión.
A UNA DAMA QUE ESTANDO DORMIDA LA PICÓ UNA ABEJA EN LA BOCA Al tronco Filis de un laurel sagrado reclinada, el convexo de su cuello lamía en ondas rubias el cabello, lascivamente al aire encomendado. Las hojas del clavel, que había juntado el silencio en un labio y otro bello, vïolar intentaba, y pudo hacello, sátiro mal de hiedras coronado; mas la invidia interpuesta de una abeja, dulce libando púrpura, al instante previno la dormida zagaleja. El semidiós, burlado, petulante, en atenciones tímidas la deja de cuanto bella tanto vigilante.
Distintas autorías para el mismo tópico literario
Esta composición podría recordaros a Quevedo ¿verdad? Pues no es suya. Pertenece a don Luis de Góngora. Lo trajimos en una entrada pasada. En cualquier caso hemos de llegar al punto de situarla dentro de la literatura satírica del Barroco. Los elementos de carácter descendente son inequívocos. Las alusiones mitológicas y la reelaboración de la estética mitológica de carácter simbólico, la carga enciclopédica de las alusiones y la deformación irónica nos dan la pista.
El principio de elaboración lingüística
El léxico de los poetas de la estela petrarquista, entre los que sitúa Góngora, se define dentro de campos semánticos del amor, la amada y el amante. La recreación platónica de la imagen amorosa, la visión estilnovista, la idealización constante y el tratamiento temático son algunos de los rasgos inconfundibles de esta influencia.
Sobre esta composición han opinado críticos destacados, maestros influyentes del estudio literario, a propósito de la finalidad lúdica y artística que tal vez Góngora pretendió. Entre ellos destaca Felipe Pedraza con lo que él mismo denomina: «la lírica ascendente de Góngora». En efecto, el genial poeta cordobés se plantearía aquí un ejercicio de estilo y complejidad estética que daría como fruto un arcano en forma de poema: un rompecabezas de versos hermético y oscuro.