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Os propongo un nuevo texto para ir advirtiendo algunos de los motivos fundamentales de la época. En la práctica generalidad este ejercicio, identificado con muchísima frecuencia en la parte práctica de la oposición de lengua y literatura, consiste no tanto en encuadrar el texto, sino en extraer los rasgos que justifican ese encuadre determinado en base al contenido o a la forma, en su caso. En muchas ocasiones se conoce el autor y de lo que se trata es de de poner en marcha el repertorio de conocimientos sobre ese autor o esa época determinada y saber aplicarlos al texto en cuestión.
Las aportaciones que habéis hecho a los anteriores ejercicios van en esa línea. Es muy importante repasar los documentos del nivel literario y ver qué tratamiento se da a los distintos temas en los inicios de la modernidad y también cómo difieren del de épocas pasadas.
Escribe Marsilio Ficino en De amore:
«Pues como los espíritus (spiritus) se generan de la sangre más pura por el calor del corazón en nosotros son siempre semejantes al humor de la sangre. Pero al igual que este vapor de los espíritus (spiritus) nace de la sangre, así también manda fuera rayos semejantes así por los ojos, como a través de ventanas de vidrio. Y también, como el sol que es el corazón del mundo expande en su curso la luz y por la luz difunde sus virtudes a las regiones inferiores, así el corazón de nuestro cuerpo, agitando la sangre próxima a él en su movimiento eterno, desde él extiende los spiritus a todo el cuerpo.
Y a través de aquellos difunde las chispas de luz de los rayos a cada miembro, sobre todo a través de los ojos. Porque al ser el espíritu (spiritus) ligerísimo, fácilmente asciende a las partes más elevadas del cuerpo, y su luz resplandece más copiosamente por los ojos, porque los ojos son transparentes y, entre todas las partes del cuerpo, los más nítidos.»
En un ejercicio de intertextualidad, ¿Con qué otro texto conocido lo relacionaríais? ¿En qué puntos estableceríais las semejanzas? ¿Qué tópicos y motivos podríais extraer de él?
….el estar ausente de la que amáis no puede sino afligir mucho, porque aquel penetrar o influir que hace la hermosura siendo presente, es causa de una extraño y maravilloso deleite en el enamorado, y callentándole el corazón, despierta y derrite algunos sentimientos o fuerzas que están adormidas y heladas en el alma, las cuales, criadas y mantenidas por el calor que del corazón les viene, se entienden y retoñecen y andan como bullendo al derredor del corazón, y envían fuera por los ojos aquellos espíritus, que son unos delgadísimos vapores hechos de la más pura y clara parte de la sangre que se halle en nuestro cuerpo, los cuales reciben en sí luego la imagen de la hermosura y la forman con mil ornamentos y primores de diversas maneras […];
y esto ha de ser así forzadamente, porque estando la hermosura ausente, aquel penetrar e influir que hemos dicho del amor, no calienta el corazón como hacía estando ella presente, y así aquellas vías por donde los espíritus y los amores van y vienen, quedan entonces agotadas y secas, aunque todavía la memoria que queda de la hermosura mueve algo los sentimientos y fuerzas del alma.
Y de tal manera los mueve, que andan por estender y enviar a su gozo los espíritus; más ellos, hallando los pasos cerrados, hállanse sin salida y porfían cuanto más pueden por salir, y así encerrados no hacen sino dar mil espoladas al alma, y con sus aguijones desasosiéganla y apasiónanla gravemente […]
Comentario del ejercicio
Como comenta María y habéis apuntado alguno más, efectivamente se trata de un texto de carácter filosófico. La idea de que las esencias o «espirtus», que denominará Garcilaso, se generan en la sangre y mandan rayos a través de los ojos como a través de «ventanas de vidrio». Recuérdese en este sentido la consideración de los ojos y la mirada que hacíamos en el anterior ejercicio y el interés por la noción de vidrio y espejo. Los ojos son parecidos a radares y emiten rayos luminosos, según Ficino.
El texto pertenece a El Cortesano de B. de Castiglione .La intertextualidad se establece con el soneto VIII de Garcilaso:
De aquella vista pura y excelente De aquella vista pura y excelente salen espírtus vivos y encendidos, que siendo por mis ojos recibidos, me pasan hasta donde el mal se siente. éntranse en el camino fácilmente, por do los míos, de tal calor movidos, salen fuera de mí como perdidos, llamados d'aquel bien que'stá presente. Ausente, en la memoria la imagino; mis espirtus, pensando que la vían, se mueven y se encienden sin medida; mas no hallando fácil el camino, que los suyos entrando derretían, revientan por salir do no hay salida.
La lectura del texto me recuerda a la lectura de un texto filosófico, y el tratamiento del alma puede asemejarse a los textos de Platón. Además, la asociación del alma con la belleza, parece que se trata de uno de los tratados de belleza del Renacimiento.