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Como sabéis, el proceso selectivo de algunas comunidades contempla el requisito de leer el tema en un momento posterior al de su desarrollo escrito. Es el caso de comunidades como Aragón en 2014, Castilla y León (la pasada convocatoria) o Extremadura en la presente convocatoria de 2024. En estos casos los opositores y opositoras nos plantean cuestiones sobre cómo deben realizar la lectura/defensa posterior de sus temas. Nosotros respondemos siempre lo mismo: hay que leer el tema con fluidez y naturalidad, con fidelidad a la letra escrita y evitando en todo momento la improvisación y alteración del texto que se está leyendo.
La lectura del tema por parte del tribunal
Normalmente, los tribunales leen y revisan los temas antes del acto de lectura por parte de los opositores y opositoras . Sin embargo, la experiencia nos informa de que no todos los tribunales actúan de esa manera y prefieren valorar el tema en el acto de su lectura. Lo que dejan claro las bases es que se efectuará un turno de llamamiento posterior de aspirantes que deberán acudir a leer el tema, pero sin describir el procedimiento concreto de valoración. Un procedimiento más equitativo y justo consiste en que todos los miembros del tribunal leen el tema simultáneamente y lo califican por separado. De esta manera se conseguiría una mayor objetividad e imparcialidad, pues es así cómo la calificación se construye mediante la media aritmética de cinco calificaciones distintas e independientes.
Leer los epígrafes
Tras la lectura de los epígrafes y apartados es recomendable realizar una breve pausa. Esta pausa generará una expectativa en los receptores. Además, el título del epígrafe, isla semántica, adquiere así una mayor prominencia comunicativa. No es necesaria una variación en el tono u otorgar mayor énfasis al leer los epígrafes, pues con el procedimiento indicado lo dotamos de una mayor perceptibilidad fónica y realzamos su importancia conceptual y semántica.
¿Hay que leer el índice del tema?
Algunos/as opositores/as se cuestionan sobre la necesidad de leer un índice inicial, sumatorio de los epígrafes que se desarrollarán posteriormente . Este índice se leerá tal cual se ha redactado, enlazando sus apartados y subapartados , que es el orden jerárquico en que se sostiene el constructo teórico. Además, un índice limpio, ordenado, secuenciado y bien estructurado es la instantánea de un tema que cumple con las mismas propiedades.
Aquí dejamos clara la idea de que no debéis aplicar un criterio diferenciador en la lectura sustancial del índice respecto del resto de partes. Cada uno de los títulos del índice genera una huella fónica en la memoria de los receptores, que se refrescará con su nueva lectura.
¿Y si os equivocáis en la lectura? ¿Qué puede pasar con los lapsus?
Debéis conceder la importancia que se merece a los errores puntuales, puesto que, en ocasiones, pueden pasar desapercibidos o, en otros contextos, considerarse como la consecuencia de una mala pasada de los nervios.
En nuestra trayectoria de preparación hemos vivido casos de opositores que se equivocaron en la lectura o en la escritura del tema.
Las equivocaciones en la lectura mientras no sean significativas y llamativas pueden penalizar poco la calificación o, incluso, pasar desapercibidas: nos estamos refiriendo a errores en la lectura de un conector pragmático, un concepto genérico, una fecha puntual poco relevante, etc… Es muy fácil incurrir en errores de este tipo, máxime cuando los nervios se encuentran a flor de piel.
Si cometéis un error durante la escritura y os dais cuenta al leerlo, nuestro consejo es que continuéis leyendo el resto del texto con naturalidad y fluidez , sin apenas deteneros en el lugar del error. De lo que se trata en definitiva es de minimizar las evidencias externas del error escrito.
Por tanto, es muy importante que no hiperbolicéis las consecuencias de los errores en distintos escenarios de lectura, pues lo que se valorará como verdaderamente importante es que el tema cumpla con los criterios de calificación. Es una equivocación pensar en que los errores provocarán una caída dramática en la calificación o que puedan ser la causa de la anulación del ejercicio. Penalizarán lo que tengan que penalizar a razón de su gravedad y con el límite de calificación del criterio correspondiente.
Una buena lectura impulsará la calificación del tema
Como hemos dicho, cultivar una buena lectura, con una buena dicción, sosegada y limpia, lineal y clara, realzará las cualidades intrínsecas de los textos escritos.
Los temas orientados a oralizarse, que es lo que hacemos al leerlos en voz alta, a priori, no se producen (escriben) para ser ejecutados de esta manera. Por tanto, no los sometemos a los requisitos propios de la comunicación oral . Sí debemos explotar al máximo los recursos propios y exclusivos de la escritura que se transforma en el decir oral.
No obstante, no debemos olvidarnos de que nos encontramos ante un proceso de transmisión oral de un escrito que no concebimos para ser dicho o leído. Además, los miembros del tribunal receptores del contenido del mensaje, el tema, son oyentes y no lectores, por cuanto es importante pensar en una lectura que tenga en cuenta esta actividad perteneciente al campo de la oralidad y no de la escritura.
¿Redactar pensando en la oralidad?
En el texto oral, las frases suelen ser cortas y simples, y se evita la complejidad sintáctica, con excesiva subordinación. Las oraciones o enunciados se relacionan paratácticamente, en ocasiones sin conectores explícitos o con unos pocos conectores simples como y, pero o entonces, puesto que los rasgos prosódicos —acento, entonación y pausas— sirven en la oralidad para enlazar las distintas unidades oracionales y para significar por coherencia semántica interoracional los distintos sentidos de los conectores textuales.
Por el contrario, el discurso escrito se caracteriza por una sintaxis más compleja, con mayor subordinación y mayor variedad de estructuras sintácticas. La estructura sintáctica del texto oral sigue preferentemente el orden gramatical lógico: SUJETO+VERBO+OBJETO/COMPLEMENTOS (situando primero los complementos esenciales —directo, indirecto, preposicional, atributo o predicativo—y después los circunstanciales), puesto que es el orden más fácilmente comprensible por el receptor.
En la elaboración del texto oral es preferible el uso de las construcciones activas frente a las pasivas (más frecuentes en los textos escritos). Cuando se pretende ocultar el agente el texto oral, se usan construcciones activas de agente indeterminado. No obstante siempre es preferible la oración personal que no disimula o esconde el sujeto de la acción: es más clara y permite mantener mejor la atención del oyente.
Las propiedades del texto escrito oralizado
Han de darse idénticas propiedades en los temas escritos orientados a la lectura.
- Coherencia. Como ya sabéis, se trata de una propiedad de carácter semántico- pragmático, que consiste en organizar la información del tema de manera lógica (índice, introducción, desarrollo, conclusiones, bibliografía, etc.) para que pueda ser procesada, leída e interpretada convenientemente.
- Cohesión. Es la propiedad de un texto o discurso que se manifiesta mediante elementos lingüísticos en las relaciones que cada frase o segmento del tema escrito tiene con las demás para asegurar la comprensión del significado completo del mismo. Mediante estos mecanismos lingüísticos de cohesión, que pueden ser de distinto tipo: repeticiones léxicas, pronominalizaciones, elipsis, relaciones semánticas entre palabras, conectores, entonación, puntuación, etc., se garantiza la interpretación del texto o discurso y se refuerza la coherencia anterior.
Y, finalmente, tranquilidad y seguridad: un buen tema escrito leído será mejor
Y nuestro consejo final es que acudáis al acto de la lectura del tema con la seguridad, confianza y convicción de que un tema brillante obtendrá una calificación acorde a su calidad y nivel. La experiencia nos dice que la clave está en el texto escrito: leerlo después con la adecuada naturalidad, fluidez y una correcta dicción contribuirá a asegurar una calificación igual o superior a la que obtendría en el caso de que fuera el tribunal el que lo leyera.