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Como ya sabéis, uno de los criterios de valoración de los tribunales es el que apunta a la presentación formal del tema. Una buena presentación del documento redundará positivamente en la calificación. En la preparación, nosotros llevamos corregidos cientos de simulacros de temas y siempre hemos valorado muy positivamente aquellos que han manifestado conocimiento, riqueza de saberes y dominio científico de la materia junto a otros atributos como una adecuada estructuración, progresión y secuenciación. La exposición ordenada, la compacidad y unicidad de los contenidos y una imagen cuidada son algunas de las señas de identidad de una buena calificación.
En nuestra materia de Lengua castellana y Literatura valoramos mucho la razón de equilibrio entre forma y fondo. La riqueza léxica, una expresión cuidada y normativa, la utilización de un metalenguaje adecuado, el uso de tecnicismos de la parcela desarrollada, etc. son elementos que influyen en una valoración positiva. Asimismo, desde el punto de vista estético y visual, debemos entregar un escrito bien presentado, organizado y estructurado.
¿Qué hago si me equivoco en el examen?
No vamos a negar que los tachones, enmiendas y borrones provocan una experiencia negativa en la corrección de todo documento. Un escrito bien organizado, con sus correspondientes sangrías y correctamente estructurado en epígrafes de desarrollo secuenciados e interrelacionados son elementos que devolverán una imagen atractiva y positiva del mismo. Si nos equivocamos en una línea o palabra, debemos tacharla, como es obvio. En ese caso tendremos que seguir las instrucciones concretas del tribunal de turno. Generalmente, lo que prescriben es que se debe aislar y acotar entre paréntesis la secuencia que queremos anular, tachándola con una línea:
(La Gramática generativa de Noam Chomsky establece el modelo de Syntactic Structures o modelo pre-estándar, de 1957 a 1965; principios y parámetros….)
Con este procedimiento lo que le estamos diciendo al tribunal es que no tenga en cuenta esa línea a la hora de formular su valoración.
Cuidado con las marcas anómalas
La vigilancia y control de las marcas en los exámenes tiene la finalidad teórica de evitar tratos de favor con los opositores. Se supone que el examen marcado mostraría una señal clara al corrector que persigue identificar a un determinado opositor al que quiere conceder trato de favor. Un planteamiento bastante simplón , que ofrece más inconvenientes que ventajas. Por varios motivos:
- ¿Qué consideramos como “marca”? Un tachón, una raya fuera de línea o párrafo porque nos ha bailado el bolígrafo, un borrón en el margen? ¿Puede un tribunal anular un examen brillante si considera que algo de esto constituye “señal”? A este respecto, hay que decir que, a lo largo de nuestra experiencia de preparación, no hemos tenido noticia de casos de tribunales que hayan anulado un examen por esta causa. A no ser que un rasgo o señal de este tipo llame mucho la atención, el tribunal no debería adoptar una decisión de tal trascendencia.
- La inoperancia de este criterio se muestra, una vez más, en la evidencia lógica de que identificar el examen de un opositor al que se le quiera otorgar trato de favor en la calificación es bastante sencillo: no hace falta que presente marcas o señales anómalas. Una cita bibliográfica, el rótulo de un párrafo, la alusión a una determinada referencia bibliográfica en algún momento del examen…pueden ser señales identificadoras que pasen totalmente inadvertidas ante los ojos de los correctores, pero que el corrector en cuestión sí conoce.
Prohibido usar típex
Esta instrucción sí suele marcarse y definirse al inicio de la prueba: el opositor no podrá usar típex en sus correcciones del examen. Nos hemos encontrado con que, en un ejercicio de análisis sintáctico, es muy fácil trazar una línea equivocada debajo de un determinado constituyente sintáctico. El error puede salir caro, pues no podríamos rectificar dicha línea sin perjuicio de la corrección y claridad. Para solucionar tal desaguisado tendríamos que volver a realizar el análisis de nuevo.
¿Subrayamos los epígrafes?
Claramente sí. Presentaremos una división estructural en párrafos, bien acotados, limpios ,coherentes y cuajados en su propio sentido. Extraemos una idea y la agotamos en el seno de dicho párrafo o parágrafo. Es necesario redondear y acabar la idea antes de pasar a desarrollar la siguiente. Esta mecánica pasa por definir bien los párrafos con títulos sugerentes, claros y anunciadores de los contenidos que vamos a desarrollar de manera exhaustiva. En el CURSO TEMARIO COMPLETO damos pautas para el desarrollo de nuestros temas calificados con sobresalientes.
Cuidado con escribir el nombre en el examen
En ocasiones los nervios juegan muy malas pasadas. Conocemos casos de opositores que, a pesar haber realizado exámenes verdaderamente brillantes, sufrieron las consecuencias de este fallo de última hora provocado por el nerviosismo y la costumbre de escribir su nombre en los exámenes de Facultad. Ni que decir tiene que este error supone la anulación ipso facto del examen. Los tribunales son inflexibles en este punto.
Tengo una mala caligrafía ¿Incidirá este hecho en la calificación?
La respuesta es negativa. Las personas tenemos nuestra propia caligrafía y eso es algo que no podemos cambiar. A estas alturas de la vida, y más en el caso de opositores con cierta edad, la caligrafía es la que es y lo único que puede pasar es que vaya a peor.
Por otra parte, hay opositores que desarrollan una grafía distinta en función de su velocidad de escritura: presentan una caligrafía más bonita y pulcra toda vez que escriben despacio. Cuando se da el caso contrario, su caligrafía se descontrola y es mucho más anárquica. El consejo es que no renunciéis a la velocidad de escritura, puesto que lo principal es que demostréis un profundo conocimiento de la materia. Hemos encontrado casos de opositores con una caligrafía pésima que han sacado sobresalientes. El objetivo es el de realizar un examen arrollador en saberes y contenidos.
En todos los casos debemos cuidar la buena presentación, la coherencia y la cohesión del examen, la distribución ordenada y secuencial, las sangrías y la estructura uniforme del parágrafo… Ya lo sabéis: tan importante es la forma como el contenido.
Muchísimo ánimo y mucha fuerza con el temario.