Aquí dejo una nueva composición de cara al ejercicio de contextualización. Como profesores de Lengua castellana y Literatura debemos identificar las invariantes temáticas, estéticas y la manifestación característica del género al que pertenece este texto.
TEXTO:
Y metiéndose entre una arboleda que junto al camino se hacía, oyeron ruido. Y mirando con más atención, vieron venir por donde ellos iban un gentil moro en un caballo ruano; él era grande de cuerpo y hermoso de rostro y parescía muy bien a caballo. Traía vestida una marlota de carmesí y un albornoz de damasco del mismo color, todo bordado de oro y plata. El brazo derecho regazado y labrada en él una hermosa dama y en la mano una gruesa y hermosa lanza de dos hierros .
Traía una darga y cimitarra, y en la cabeza una toca tunecí que, dándole muchas vueltas por ella, le servía de hermosura y defensa de su persona. En este hábito venía el moro mostrando gentil continente y cantando un cantar que él compuso en la dulce membranza de sus amores, que decía:
Nascido en Granada,
criado en Cártama,
enamorado en Coín,
frontero de Álora.
Aunque a la música faltaba el arte, no faltaba al moro contentamiento; y como traía el corazón enamorado, a todo lo que decía daba buena gracia. Los escuderos, transportados en verle, erraron poco de dejarle pasar, hasta que dieron sobre él. Él, viéndose salteado, con ánimo gentil volvió por sí y estuvo por ver lo que harían. Luego, de los cinco escuderos, los cuatro se apartaron y el uno le acometió; mas como el moro sabía más de aquel menester, de una lanzada dio con él y con su caballo en el suelo . Visto esto, de los cuatro que quedaban, los tres le acometieron, paresciéndoles muy fuerte; de manera que ya contra el moro eran tres cristianos, que cada uno bastaba para diez moros, y todos juntos no podían con este solo.
Allí se vio en gran peligro porque se le quebró la lanza y los escuderos le daban mucha priesa ; mas fingiendo que huía, puso las piernas a su caballo y arremetió al escudero que derribara, y como un ave se colgó de la silla y le tomó su lanza,con la cual volvió a hacer rostro a sus enemigos, que le iban siguiendo pensando que huía, y dióse tan buena maña que a poco rato tenía de los tres los dos en el suelo. El otro que quedaba, viendo la necesidad de sus compañeros, tocó el cuerno y fue a ayudarlos. Aquí se trabó fuertemente la escaramuza, porque ellos estaban afrontados de ver que un caballero les duraba tanto, y a él le iba más que la vida en defenderse de ellos. A esta hora le dio uno de los escuderos una lanzada en un muslo que, a no ser el golpe en soslayo , se le pasara todo . Él, con rabia de verse herido, volvió por sí y diole una lanzada, que dio con él y con su caballo muy mal herido en tierra.
Contextualización lingüístico-literaria
Muy bien, Virginia, por tu acierto. Efectivamente es un fragmento de La historia del Abencerraje y de la hermosa Jarifa cuya autoría aún sigue siendo un misterio. La primera edición Chrónica es de 1561.
El libro sirvió como punto de partida para iniciar un grupo genérico de obras conocido con el título de “morisco” (algo así como el Lazarillo para el género de la picaresca).
El papel de los protagonistas: su importancia literaria
Se ha hecho la objeción de que en el Abencerraje, el cristiano Narváez tiene un papel protagonista, cosa que no ocurre en las novelas moriscas. Pero no es realmente así: su papel está condicionado por la intención de que el hecho contado sea veraz. La opinión más general defiende que esta obra puede ir en cabeza del grupo morisco.
El contexto histórico de la génesis textual
Los profesores de Lengua castellana y Literatura sabemos que cada obra debe situarse en su propio contexto histórico. En este contexto cobra sentido para sus lectores: el Abencerraje es propio de la década de 1560, contexto muy distinto del que el moro tuvo en el siglo XV (época en que se sitúa la acción) y también distinto del que pudo haber en 1609 cuando se ordena la expulsión de los moriscos. Dentro del género morisco hay que contar con el romancero. La variedad de manifestaciones de este género ha acuñado el término “maurofilia literaria” para contenerlas a todas. La culminación del género morisco y su obra clásica será la de Ginés Pérez de Hita, Guerras Civiles de Granada (1595-1609).
Sin duda alguna se trata de un extracto de novela morisca, género idealista que convivió con la de corte realista durante el Siglo de Oro. Lo primero que nos llama la atención es la forma: prosa. Después se cuenta una historia en la que el protagonista es un moro. Además, son muchos otros los detalles que lo delatan. Así: “toca tunecí” o “moro”. Este tipo de novelas se caracterizaba por su fuerte exotismo: “Traía vestida una marlota de carmesí y un albornoz de damasco del mismo color, todo bordado de oro y plata.”, sencillez argumental: un moro elegante, fuerte y enamorado lucha con los cristianos mientras va en busca de su amor; idealización de paisajes y lengua estilizada llena de arabismos, si bien aquí. Además, se describe un moro idealizado: “gentil moro”, “él era grande de cuerpo y hermoso de rostro y parescía muy bien a caballo” o “contra el moro eran tres cristianos, que cada uno bastaba para diez moros, y todos juntos no podían con este solo”
El primer texto de este género es la anónima Historia de Abencerraje y la hermosa Jarifa, publicada por Antonio Villegas y que apareció también impresa en una edición de La Diana de Jorge de Montemayor.