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¿Contextualizamos?

    Iniciamos una nueva semana de estudio con nuestro ejercicio de contextualización literaria, cuyos puntos más relevantes comentaremos y analizaremos. En una obrita tan útil como didáctica, Rafael Balbín N. de Prado (1991).: La renovación poética del Barroco, Madrid, Ed. Anaya, 1991, afirma que el Renacimiento y, sobre todo, la escuela petrarquista, había creído en la armonía cósmica, en la perfección de la naturaleza- reflejo de la belleza y bondad divinas-, de cuyo devenir el hombre se sentía centro privilegiado como centro de la creación. Los materiales temáticos y estilísticos que maneja el Barroco- incluso cuando el autor adopta una actitud de rechazo ocasional hacia ellos- son, en esencia, los mismos que había manejado el Renacimiento. Lo que cambia es la manera de utilizar esos materiales, mediante un tratamiento atrevido e innovador.

    De su parte, el maestro gallego-asturiano, R. Menéndez Pidal, en un artículo de imprescindible citación ( “El español del siglo XVI”, editado en la revista Cruz y Raya, 6, 15 de Septiembre de 1933, pp. 7-63) afirma que en el período de Cervantes empieza a perderse la fe en lo natural y a afirmarse el valor artístico de la afectación. Se olvida toda norma local del lenguaje para sustituirla por una norma literaria de grandes individuaciones estilísticas.

    Calderón repetirá en Saber del Mal y del Bien : «ni es cielo ni es azul». La confianza en lo natural falta; la confianza en la sencilla veracidad del lenguaje, también; y al español, además, le empieza a faltar la ilimitada, la tranquila confianza en sí, que incita a producirse con sencillez. La pompa acudirá en socorro de la grandeza, como el afeite y el artificio han venido a competir con la hermosa veracidad de lo nativo y espontáneo, sentencia D. Ramón.

    Reflexionemos sobre el tratamiento de la naturaleza y su proyección hacia la temática amorosa en la composición que ofrecemos e intentemos incardinarla dentro de su corriente literaria de manera justificada y razonada.

    Torcido, desigual, blando y sonoro,
    te resbalas secreto entre las flores,
    hurtando la corriente a los calores,
    cano en la espuma, y rubio como el oro.

    En cristales dispensas tu tesoro,
    Líquido plectro a rústicos amores,
    y templando por cuerdas ruiseñores,
    te ríes de crecer, con lo que lloro.

    De vidrio en las lisonjas divertido,
    gozoso vas al monte, y despeñado
    espumoso encaneces con gemido.

    No de otro modo el corazón cuitado,
    a la prisión, al llanto se ha venido,
    alegre, inadvertido y confiado.

    Elementos de contextualización lingüístico-literaria

    Destaquemos en esta composición algunos rasgos inconfundibles de la retórica quevediana, siguiendo a Pablo Jauralde Pou (Francisco de Quevedo, Madrid: Castalia, 1998):

    • La exteriorización de un sentimiento amoroso pánico, desbordado, que se proyecta sobre el cosmos.
    • La vivencia amorosa supera los límites de la interioridad y convulsiona los elementos de la naturaleza. En la vivencia sentimental de Garcilaso el sentimiento es más contenido: se enternecen las piedras (“con mi llorar/ las piedras se enternecen”). En Quevedo el dolor se multiplica: los ríos se despeñan de los montes y el arroyo “despeñado/espumoso encaneces con gemidos”. He aquí una bonita imagen de la espuma que provoca en su cascada.
    • Todo es retorcimiento y desequilibrio. La inestabilidad y la torsión barrocas se proyectan desde la interioridad del yo lírico a una naturaleza convulsa: “Torcido, desigual, blando y sonoro”.
    • Documentamos en la composición elementos de base petrarquista y trovadoresca, tamizados por la lírica de los cancioneros cuatrocentistas: “prisión”.
    • La elaboración pictórica y el carácter sensorial: “cristales”, “cuerdas”, “ruiseñores”.
    • Representan elementos aproximantes a la retórica de Góngora en el preciosismo y la idealización de la naturaleza: “flores”, “espuma”, “cristales”, “tesoro”, “vidrio”…
    •  El conceptismo quevediano y la alegoría de la naturaleza.

    Hemos extraído los rasgos fundamentales de contextualización razonada, pero hay algunos más. Estos rasgos dan cuenta de la altura artística de Quevedo, uno de los autores preferidos en los ejercicios prácticos de oposiciones.

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