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¿Contextualizamos? 26-5-2020

    Os planteo una nueva propuesta para la preparación del ejercicio de contextualización literaria. En este caso, el espacio delata algunas señeras características de la modalidad novelesca.

    Al otro lado del estadio, después de una construcción ruinosa – el galpón de los soldados- hay un muro grisáceo donde acaba el mundo del Colegio militar Leoncio Prado y comienzan los grandes descampados de La Perla. «Y si Huarina hubiera bajado la cabeza, y si me hubiera visto los botines, y si el Jaguar no tiene el examen de Química, y si lo tiene y no quiere fiarme […]»

    Alberto avanza despacio, arrastrando un poco los pies; a cada paso sus botines, sin cordones desde hace una semana, amenazan salirse. Ha recorrido la mitad de la distancia que separa el quinto año de la estatua del héroe.

    Hace dos años, la distribución de las cuadras era distinta; los cadetes de quinto ocupaban las cuadras vecinas al estadio y los perros las más próximas a la Prevención; cuarto estuvo siempre en el centro, entre sus enemigos. Al cambiar el colegio de director, el nuevo coronel decidió la distribución actual. Y explicó en un discurso: «Eso de dormir cerca de] prócer epónimo habrá que ganárselo. En adelante, los cadetes de tercero ocuparán las cuadras M fondo. Y luego, con los años se irán acercando a la estatua de Leoncio Prado. En el Ejército, cadetes, hay que respetar los símbolos, qué caray».

    «Y si le robo los cordones a Arróspide, habría que ser desgraciado para fregar a un miraflorino habiendo en la sección tantos serranos que se pasan el año encerrados como si tuvieran miedo a la calle, y a lo mejor tienen, busquemos otro.

    Si le robo a alguno M Círculo, a Rulos o al bruto del Boa, pero y el examen, no sea que me jalen en Química otra vez.

    Y si al Esclavo, qué gracia, eso le dije a Vallano y es verdad, te creerías muy valiente si le pegaras a un muerto, salvo que estés desesperado.

    En los ojos se le vio que es un cobarde como todos los negros, qué ojos, qué pánico, qué saltos, lo mato al que me ha robado mi pijama, lo ¡nato al que, ahí viene el teniente, ahí vienen los suboficiales, devuélvanme mi pijama que esta semana tengo que salir y no digo desafiarlo, no digo mentarle la madre, no (ligo insultarlo, al menos decirle qué te pasa o algo. Pero dejarse arrancar el pijama de las manos en plena revista, sin chistar, eso no. El Esclavo necesita que le saquen el miedo a golpes, le robaré los cordones a Vallano.»

    Notas para la prueba de contextualización

    El fragmento propuesto pertenece a La ciudad y los perros (1963) de Vargas Llosa. Nos ayudan en la contextualización las alusiones exofóricas al colegio «Leoncio Prado», la lengua literaria, la mímesis de una variante diatópica del español del Perú, el papel de la ciudad, etc. También constatamos diversos procedimientos de experimentación narrativa en el discurso como la polifonía narrativa, la técnica acumulativa, el discurso directo libre…etc.

    La novela realista y experimental

    Como ya sabéis, dentro del «boom hispanoamericano» encontraremos dos corrientes fundamentales: la realista y la innovadora.

    En la primera localizamos buena parte de la producción literaria de Vargas Llosa. Dentro de la segunda situamos obras tan relevantes como Rayuela (1963), de Julio Cortázar, obra de la que ya estuvimos tratando en otra entrada (véase el texto contextualizado 4-5-2020).

    En efecto la innovación en la construcción narrativa y el papel colaborativo del lector son rasgos definitorios de esta nueva forma de hacer novela.

    Los elementos de narratología

    Frente a una narración lineal, progresiva, que responde a las reglas de la narración realista tradicional, encontraremos aquí procedimientos más novedosos. En primer lugar, como elementos intranarratológicos: los saltos continuos, las rupturas del espacio y tiempo, las retroproyecciones al pasado, la voz del pensamiento y de la propia conciencia son núcleos de desarrollo de la técnica narrativa innovadora.

    El ejercicio de localización literaria basado en la identificación de antropónimos

    No se nos escapa el papel que adquiere el nombre de los personajes en cualquier relato de esta narrativa: Leoncio Prado, Arróspide,etc. son nombres no muy comunes en la narrativa peninsular, signo inequívoco de que se trata de un fragmento narrativo de una novela de ámbito hispano.

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