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¿Contextualizamos? 19-11

    Os dejo un nuevo texto con el fin de observar en él distintos rasgos y características de la época concreta a la que pertenece. Este entrenamiento es decisivo y constante de cara al desarrollo del comentario lingüístico. En torno a ellos girarán las claves interpretativas de este ejercicio, tan importante en el tema y práctico de la oposición de Lengua castellana y Literatura.

    Por supuesto, sería recomendable hacer una contextualización lo más argumentada posible y expandirla en el plano intertextual. No obstante, la primera tarea ha de centrarse en el momento concreto y marco en el que puede situarse esta composición.

    En el campo venturoso,
    donde con clara corriente
    Guadalavïar hermoso,
    dejando el suelo abundante,
    da tributo al mar potente,
    Galatea, desdeñosa
    del dolor que a Licio daña,
    iba alegre y bulliciosa
    por la ribera arenosa,
    que el mar con sus ondas baña.
    Entre la arena cogiendo
    conchas y piedras pintadas,
    muchos cantares diciendo
    con el son del ronco estruendo
    de las ondas alteradas;
    junto al agua se ponía,
    y las ondas aguardaba,
    y en verlas llegar huía,
    pero a veces no podía
    y el blanco pie se mojaba.
    Licio, al cual en sufrimiento
    amador ninguno iguala,
    suspendió allí su tormento
    mientras miraba el contento
    de su polida zagala.
    Mas cotejando su mal
    con el gozo que ella había,
    el fatigado zagal
    con voz amarga y mortal
    de esta manera decía:
    "Ninfa hermosa, no te vea
    jugar con el mar horrendo,
    y aunque más placer te sea,
    huye del mar, Galatea,
    como estás de Licio huyendo.
    Deja ahora de jugar,
    que me es dolor importuno;
    no me hagas más penar,
    que en verte cerca del mar
    tengo celos de Neptuno.
    Causa mi triste cuidado,
    que a mi pensamiento crea,
    porque ya está averiguado
    que si no es tu enamorado
    lo será cuando te vea.
    Y está cierto, porque Amor
    sabe desde que me hirió
    que para pena mayor
    me falta un competidor
    más poderoso que yo.
    Deja la seca ribera,
    do está el alga infructuosa,
    guarda que no salga afuera
    alguna marina fiera
    enroscada y escamosa.
    Huye ya, y mira que siento
    por ti dolores sobrados,
    porque con doble tormento
    celos me da tu contento
    y tu peligro cuidados.
    En verte regocijada
    celos me hacen acordar
    de Europa, ninfa preciada,
    del toro blanco engañada
    en la ribera del mar.
    Y el ordinario cuidado
    hace que piense contino
    de aquel desdeñoso alnado
    orilla el mar arrastrado,
    visto aquel monstruo marino.
    Mas no veo en ti temor
    de congoja y pena tanta;
    que bien sé por mi dolor,
    que a quien no teme al Amor,
    ningún peligro le espanta.
    Guarte, pues, de un gran cuidado;
    que el vengativo Cupido,
    viéndose menospreciado,
    lo que no hace de grado,
    suele hacerlo de ofendido.
    Ven conmigo al bosque ameno
    y al apacible sombrío
    de olorosas flores lleno,

    do en el día más sereno
    no es enojoso el estío.
    Si el agua te es placentera,
    hay allí fuente tan bella,
    que para ser la primera
    entre todas, sólo espera
    que tú te laves en ella.
    En aqueste raso suelo
    a guardar tu hermosa cara
    no basta sombrero o velo;
    que estando al abierto cielo,
    el sol moreno te para.
    No escuchas dulces contentos,
    sino el espantoso estruendo
    con que los bravosos vientos,
    con soberbios movimientos,
    van las aguas revolviendo.
    Y tras la fortuna fiera
    son las vistas más süaves
    ver llegar a la ribera
    la destrozada madera
    de las anegadas naves.
    Ven a la dulce floresta,
    do natura no fue escasa,
    donde haciendo alegre fiesta,
    la más calorosa siesta
    con más deleite se pasa.
    Huye los soberbios mares,
    ven, verás cómo cantamos
    tan deleitosos cantares,
    que los más duros pesares
    suspendemos y engañamos.
    Y aunque quien pasa dolores,
    Amor le fuerza a cantarlos,
    yo haré que los pastores
    no digan cantos de amores,
    porque huelgues de escucharlos.
    Allí por bosques y prados
    podrás leer todas horas
    en mil robles señalados
    los nombres más celebrados
    de las ninfas y pastoras.
    Mas seráte cosa triste
    ver tu nombre allí pintado,
    en saber que escrita fuiste
    por el que siempre tuviste
    de tu memoria borrado.
    Y aunque mucho estés airada,
    no creo yo que te asombre
    tanto el verte allí pintada,
    como el ver que eres amada
    del que allí escribió tu nombre.
    No ser querida y amar
    fuera triste desplacer,
    mas, ¿qué tormento o pesar
    te puede, ninfa, causar
    ser querida y no querer?
    Mas desprecia cuanto quieras
    a tu pastor, Galatea,
    sólo que en estas riberas
    cerca de las ondas fieras
    con mis ojos no te vea.
    ¿Qué pasatiempo mejor
    orilla el mar puede hallarse
    que escuchar el ruiseñor,
    coger la olorosa flor
    y en clara fuente lavarse?
    Plugiera a Dios que gozaras
    de nuestro campo y ribera,
    y porque más lo preciaras,
    ojalá tú lo probaras,
    antes que yo lo dijera.
    Porque cuanto alabo aquí,
    de su crédito le quito,
    pues el contentarme a mí,
    bastará para que a ti
    no te venga en apetito."
    Licio mucho más le hablara,
    y tenía más que hablalle,
    si ella no se lo estorbara,
    que con desdeñosa cara
    al triste dice que calle.
    Volvió a sus juegos la fiera,
    y a sus llantos el pastor,
    y de la misma manera
    ella queda en la ribera,
    y él en su mismo dolor.

    La Diana enamorada de Gaspar Gil Polo

    Como bien apuntas, y aciertas plenamente Elena, la composición pertenece a Gaspar Gil Polo de su Diana enamorada (1565).

    El tema del lamento amoroso es muy recurrente no solo en esta obra, sino también a nivel general en toda la época renacentista. Lo hemos comentado en más de una ocasión. La naturaleza bebe directamente de la estética planteada en La Arcadia. Esta naturaleza artísticamente bella, copia de la belleza divina, se altera cuando el estado anímico del poeta también lo hace. El motivo mitológico de Galatea va a ser muy recurrente en la Literatura. Se convertirá en paradigma de esquividad y rechazo amorosos.

    En el soneto aparecido en la prueba práctica de Madrid, convocatoria del 2018, hay una variación en el tratamiento, pero, en esencia, la estética y contenido son similares, perteneciente a Hernando de Acuña:

     Jamás pudo quitarme el fiero Marte,
    por más que en su ejercicio me ha ocupado,
    que en medio de su furia no haya dado
    a Apolo de mi tiempo alguna parte;

    pero quiero, Lavinio, ahora avisarte
    que ya me tiene ausencia en un estado
    do casi yerran el discurso usado
    mi estilo, mi razón, mi ingenio y arte.

    Lo que en mí fue cantar silencio sea,
    y canten los que esperan de su canto
    que el amor baste a mejorar su suerte;

    a mí me quede sólo el triste llanto,
    pues muero no mirando a Galatea,
    y el poderla mirar también es muerte.

    3 comentarios en «¿Contextualizamos? 19-11»

    1. Creo que pertenece al Renacimiento por las referencias mitológicas. También menciona a los pastores y el tópico del locus amoenus. Descartando Los siete libros de la Diana, diría que es La Diana enamorado de Gaspar Gil Polo.

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