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¿Contextualizamos? 1-2-2021

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    Introducción: ideas de la Ilustración literaria

    Continuamos con nuestro ejercicio práctico de contextualización de cara a las próximas oposiciones de Lengua castellana y Literatura. Ya sabéis que se concibe como pieza separada dentro de los exámenes prácticos y adquiere carta de naturaleza propia. El texto contiene ideas y alusiones inconfundibles al momento literario. La lengua literaria ya se ha divorciado de la del periodo anterior y el canon es totalmente distinto.

    La gloria científica de una nación no se debe medir por sus adelantamientos en las cosas superfluas o perjudiciales. Igual la república de las letras a la civil en los fundamentos de su verdadera perfección y felicidad, debiera sólo adoptar como meritorios y estimables los establecimientos o sistemas que le son útiles: y pesando con madura y pausada meditación el fin a que están destinadas las ciencias y las artes, los aditamientos que necesitan para su uso, qué beneficios pueden sacar de ellas los hombres, y de qué modo han de tratarse para que ocasionen la utilidad a que se dirigen; desnudándolas de aquella pomposa superfluidad con que se ofrecen hoy más al deleite que al beneficio de la vida, reducirlas a los sucintos círculos del provecho y de la verdad, sin aplicar una injusta estimación a los vanos entendimientos, que por capricho o por ambición los rompen o atropellan.

    Si los sabios de todos los siglos hubieran pensado así desde el mismo origen de la sabiduría, los enormes cuerpos de estos magníficos colosos que se llaman ciencias ¿se compondrían hoy por la mayor parte de sombras y apariencias vanas, bultos portentosamente grandes y espléndidos cuando se ven de lejos, pero livianos, faltos de solidez y nieblas oscuras cuando se examina con la mano su consistencia?

    No es saber el saber opiniones, o el inventar sueños abstractos para sujetar a un capricho las leyes de ambas naturalezas física y espiritual, en lugar de observar las de una y otra en sus efectos, según los designios del Omnipotente. ¿Qué utilidades ha logrado el género humano con las ideas de Platón, el materialismo de los estoicos, las cualidades de los peripatéticos, los átomos de Epicuro, y con los antojos doctos, pero improbables de tantos hombres eminentes, que habiendo nacido para enseñar a sus semejantes, los metieron en la confusión; y los habituaron a la estéril ocupación de fingir Solón, Licurgo, Pericles, Sócrates y los que como ellos, haciendo práctica la sabiduría, la trasladaron al uso y bien de la humanidad, son los únicos que deberían influir en el crédito literario de una nación.

    En la antigüedad nadie tuvo por bárbaros a los lacedemonios, aunque carecían de Academos, de Estoas y Peripatos. Su ciencia era el ejercicio de la virtud; el saber la obediencia a las leyes; la gloria pensar y obrar bien. Donde sobresale este género de sabiduría poca falta hacen los sistemas vanos, y el inmenso índice de las opiniones que propaga sucesivamente la vanidad.

    Las disputas, las sectas, los sofismas, las adivinaciones científicas, que llenaban el ámbito de la grande Atenas ,añadían a esta ciudad una pompa y ornato admirable que llamaba a sí la atención de las demás gentes.

    Antes que el saber se redujese a sostener pertinazmente las opiniones de cuatro o seis meditadores, que lograron séquito porque nacieron en la infancia de este cuerpo, en parte fantástico, que se llama Filosofía.

    Antes hubo en Atenas varones justos que ideas platónicas; antes virtudes civiles que elementos peripatéticos, antes las verdades útiles y constantes de la sabiduría que intermundios epicúreos o números pitagóricos. Las ficciones nacen ordinariamente después que se ha agotado el descubrimiento de las verdades debe reputar aquéllas como una superfluidad mental que adorna, pero no sirve.

    El origen de la polémica literaria

    Juan Pablo Forner se había inmiscuido en el furor que en España producía el artículo sobre España de Nicolás Masson de Morvilliers publicado en la nueva Encyclopédie méthodique (1782). Con arrogancia gálica había preguntado Morvilliers: «Pero ¿qué se debe a España?

    Y en dos siglos, en cuatro, en diez, ¿qué es lo que ha hecho por Europa?». La misma Real Academia Española anunció en la Gaceta del 30 de noviembre de 1784 como tema de un concurso una «Apología o defensa de la Nación, ciñéndose solamente a sus progresos en las ciencias y las artes».

    No llegó la academia a adjudicar premio alguno. Tampoco Loche consiguió permiso de la censura para publicar la apología que sin duda destinaba al concurso. La de Forner quedó inédita hasta que más tarde el conde de Floridablanca apoyó su publicación. Loche tuvo más suerte con otro trabajo a que se dedicaba durante estos mismos meses: el poema de don Nicolás con un prólogo y unas «Reflexiones críticas».

    El afán utilitarista («docere et delectare») fue uno de los pilares que presidió las ideas que suflaban el espíritu ilustrado. Trátase de un fragmento de la famosa «Oración apologética por la España y su mérito literario» de J. P. Forner. Interesante su lectura para comprender mejor las claves filosóficas y de mentalidad del momento.

    El papel de las instituciones de enseñanza

    Una de las manifestaciones del citado «afán utilitario» o del «docere et delectare» está representado en el papel que asumen las instituciones de enseñanza y las Reales Academias de Amigos del País. En efecto, el espíritu ilustrado siempre estuvo volcado en la formación reglada, como una de las vías que permitiría salir del atraso. Ilustrados como Jovellanos o Mayans se movieron en los círculos académicos e hicieron valer la idea de que solo la instrucción de todas las capas sociales haría posible la verdadera modernización del país.

    Los «novatores» y el espíritu académico de la Ilustración

    Junto a lo anterior, fueron varios los maestros «novatores» que creían en el papel de la Ciencia. La verdadera utilidad del avance científico vendría dada por la escolarización de todas las clases sociales. Esta transformación «desde arriba» provocaría un cambio social en todos los órdenes, también aplicable al plano literario. A la hora de desarrollar el ejercicio práctico de las oposiciones, debemos tener muy en cuenta esta filosofía y mentalidad de época, pues las alusiones histórico-literarias encaminarán la contextualización del texto.

    Exequias de la Lengua Castellana

    La cédula real del 9 de junio de 1765 cerró de momento una guerra literaria cuyos ecos todavía resonarán en el Romanticismo. El XVIII hubo de asistir, desde este capital suceso, al triunfo cre­ciente de las nuevas ideas clasicistas. Cabe, de todos modos, matizar: la lucha por un nuevo concepto de literatura se asienta ahora en la garantía que le presta la nueva poética.

    Respecto al teatro, afirmará Forner en sus Exequias de la lengua castellana, «el vulgo, adherido por costumbre a lo extravagante y extraordinariamente portentoso, ve con ceño las obras de los que saben retratar la simplicidad de la naturaleza». El refrendo público de la solicitada reforma tratará de obtenerse mediante el estreno de las nuevas tragedias españolas de la década de los setenta, tras las innovaciones introducidas por el conde de Aranda en 1768.

    El problema de España en la Ilustración

    La Ilustración hace del problema de España un planteamiento típico. Reconoce el gran valor de la cultura española al empezar el siglo XVI. De otra parte, reconoce que los españoles se dedicaron a las sutilezas escolásticas, a la arbitraria interpretación de las leyes. Las ciencias naturales fueron apli­cadas solo a la astrología, a unas matemáticas meramente especulativas.

    No hubo estudios útiles, nadie se preocupó de la economía, se abandonó el campo y se arruinaron las fábricas. No se hizo otra cosa que estrujar al pueblo. Esto motivó que se consumiera «en dos reinados la sustancia de muchas generaciones». Planteada ya en estos momentos la polémica por la ciencia española, a causa del desafortunado artículo Espagne de Masson de Morvilliers, contra el que escribe, entre otros, Forner, que puso sus indudables conocimientos históricos al servicio de la política cultural de Floridablanca, los ilustrados, con los redactores de El Censor a la cabeza, protestan de Masson, pero también de aquellos que intentan convencer a la nación de que es tan ilustrada, tan rica y tan poderosa como la que más.

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