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Con la mirada puesta en la etapa de preparación 2023-24 en la que nuevamente esperamos conseguir un elevado porcentaje de aprobados/as, ofrecemos esta entrada de final de verano que centraremos en el análisis de la dispersión de las calificaciones entre tribunales en el marco del proceso de oposiciones 2023 recientemente finiquitado.
Precisamente, la semana pasada hablábamos con dos opositoras que, absortas, siguen sin explicarse el desnivel en las calificaciones de sus tribunales. Vamos a intentar arrojar algo de luz sobre este fenómeno tan controvertido, que hiere sensibilidades y causa verdadera desazón y desilusión en los/las opositores/as.
La genética subjetiva del proceso
En todos los asuntos en los que interviene la mano humana aparece la subjetividad como un color que lo tiñe todo. Una valoración plenamente objetiva stricto sensu solo es posible en taxonomías de exámenes tipo test o de respuesta múltiple.
Hay que reconocer que los exámenes que responden a ese diseño en el área de Lengua castellana y Literatura son inadecuados, y seguramente que injustos, pues, a la hora de la verdad, en nuestra materia interviene un reparto de calificaciones que se distribuye entre sus dos percentiles complementarios: forma y contenido; lo que se dice y el cómo se dice.
Es muy difícil valorar un examen de Lengua castellana y Literatura de forma totalmente aséptica. El peso que adquiere la expresión y el estilo, su enfoque, su grado de profundidad, el acerbo de conocimientos, la evidencia de los saberes transmitidos… son prístinos indicadores del mayor o menor dominio de la materia.
Diferencias en la percepción del nivel de desempeño
En nuestros años de preparación hemos conocido a aspirantes que salieron muy contentos/as de los exámenes con la esperanza de una buena calificación, frente a otros/as bastante más pesimistas. En efecto, el nivel de exigencia personal juega un papel muy importante: lo que unos/as perciben como bueno, otros/as lo pueden valorar como mediocre. He aquí que la percepción siempre es caleidoscópica, cambiante y relativa.
Esto siempre se ha dado. Recordamos a antiguos compañeros de las carreras que, cuando salían del examen, decían que se les había dado muy mal y luego sacaban sobresaliente. Otros/as, por el contrario, decían lo contrario y después suspendían. Constatamos, por tanto, una compleja amalgama del nivel de exigencia personal mezclado con una valoración del corrector/a más o menos justa.
Tribunales muy exigentes
Algunas opositoras han caído en tribunales que han suspendido a mucha gente. Algunos de ellos se han lucido y han puesto la pica en Flandes: la calificación más alta que han puesto ha coincidido con la más baja de otro tribunal. ¿Cómo pueden darse estas diferencias tan abismales?
Los que hemos vivido varios procesos selectivos podemos intuir que esta brecha puede deberse a dos factores: el deseo de hacer daño adrede o la extraordinaria erudición de los componentes del tribunal. Si lo primero, es para echarse las manos a la cabeza. En el segundo supuesto podríamos explicar las causas de tales escabechinas por la aplicación de unas plantillas de valoración tan ambiciosas que habrían dejado a muchos/as aspirantes fuera y habrían originado un derrumbe generalizado de las calificaciones.
Hay errores que se pagan caros
Como hemos dicho más arriba, en estas oposiciones los correctores reparten sus simpatías de manera casi equiproporcional entre la forma y el fondo. Una mala redacción, la presencia de anacolutos, errores ortográficos, giros inadecuados, concordancias “ad sensum”, pobreza léxica, sintaxis inadecuada… son fallos que pueden arruinar cualquier ejercicio de oposiciones.
El buen hacer siempre sobresale
Si no ha sido en una comunidad, será en otra: un buen desarrollo del proceso habrá de valorarse como se merece, y esto es un principio, casi un axioma. Lo que denominamos mala o buena suerte, fortuna, azar… son glosas del mismo corolario: factores exógenos que intervienen en el proceso como constantes que promedian el agror de las malas experiencias con la dulzura de las buenas.
En preparadorlengua.com hemos obtenido un porcentaje de opositores/as que han superado el proceso completo de un 75,6%. De este porcentaje, más de la mitad de los opositores/as, un 56,25% ha obtenido plaza. En todos los casos, podemos afirmar con seguridad y orgullo que las buenas calificaciones obtenidas han sido muy merecidas, pues sus titulares han demostrado ser trabajadores/as incansables que lo han dado todo para conseguirlas.