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He aquí una nueva composición para el ejercicio de preparación de textos literarios y su identificación.
Estamos siempre solos. Cae el viento entre los encinares y la vega. A nuestro corazón el ruido llega del campo silencioso y polvoriento. Alguien cuenta, sin voz, el viejo cuento de nuestra infancia, y nuestra sombra juega trágicamente a la gallina ciega; y una mano nos coge el pensamiento. Ángel, Ricardo, Juan, abuelo, abuela, nos tocan levemente, y sin palabras nos hablan, nos tropiezan, les tocamos. ¡Estamos siempre solos, siempre en vela, esperando, Señor, a que nos abras los ojos para ver, mientras jugamos!
Contextualización histórico-literaria
La presente composición, como señalas, Virginia, presenta un marcado tono religioso «esperando, Señor…», alusiones a la familia, un deseo de comprensión de la realidad (y por negación, de incomprensión, por tanto, de esta propia realidad), la soledad (en línea con el existencialismo y el retorno a lo humano,etc.). Pertenece a Leopoldo Panero, poeta del 36. Como Luis Rosales, Vivanco o Ridruejo, publicó en Cruz y raya. Destaca por el intimismo de carácter existencial y la nostalgia del mundo de la infancia, por influencia de Machado en obras como Versos del Guadarrama (1945). Ya sabéis que Panero fue padre de poetas. Dentro de su generación o escuela, Panero promovió una corriente academicista caracterizada por la defensa de una «Poesía Imperial», reivindicadora de los tiempos áureos. La solemnidad de la estrofa italianizante, soneto y liras conviven con metros más frescos y breves de tradición popular. La corriente más singular de los poetas de la revista Escorial (1940-1950) esperaba que la poesía devolviera una imagen complaciente con la realidad. He aquí, que poetas más combativos, como Carlos E. D’Ory, se opusieran a esta poesía deshumanizada, aislada de la realidad y alejada de los planteamientos más comprometidos de la poesía social (ver el artículo académico: «La marea de la poesía social» de Dámaso Alonso, en Historia y crítica…, que estuvimos explicando y analizando.
Llama la atención el empleo de un soneto y el lenguaje actual y tema religioso. De entre los poetas contemporáneos que podrían encajar en estos aspectos destacan Luis Rosales o Leopoldo Panero, cuyas obras están marcadas por la religiosidad y en los que los temas del tiempo o la soledad humana tienen, como única solución posible, a Dios.