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¿Contextualizamos?

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    Ofrecemos un nuevo texto para su contextualización . Tras la serie de sesiones del bloque I de las clases, dedicadas a la explotación de los niveles lingüísticos y gramaticales, retomamos nuestro ejercicio de contextualización lingüístico-literaria.

    Francisco Abad Nebot (Historia general de la lengua española , Valencia, Tirant Humanidades, 2017) apunta, en el sentido de la periodización corta pidaliana, que la lengua castellana del siglo XVI se nos muestra internamente articulada en tres periodos durante la centuria: de 1519/1526 a 1554; entre 1554 y 1585; y de 1585 a 1611/1616.

    Menéndez Pidal trazó un panorama de conjunto acerca del Quinientos en su divulgado artículo “El lenguaje del siglo XVI”:

    La norma lingüística de Garcilaso, expuesta en su epístola a Doña Gerónima Palova de Almogávar, consiste en emplear términos, «no nuevos ni desusados de la gente», pero a la vez «muy cortesanos y muy admitidos de los buenos oídos». Es decir: naturalidad y selección: criterio bien diferente del de cultismo y afectación que Ronsard habrá de propagar en Francia entre la generación siguiente a Garcilaso. Y, gracias a aquella norma selectiva, el habla de Garcilaso reviste ese aire de elegancia perdurable, ese sabor de modernidad para todas las épocas, debido a la atinada elección de lo más usual, de lo más popular, de lo más natural, que al fin y al cabo es lo más permanente del idioma, lo más sustraído a los influjos efímeros de la moda. Para repetir la expresión isabelina, es el buen gusto el que da carta de recomendación a Garcilaso cerca de las generaciones futuras.1

    La llamada norma medieval toledana no ha hecho crisis hasta llegar hacia la mitad del Quinientos, y Garcilaso se expresa en ese código idiomático. En estos momentos, la lengua ha dejado de lado el retoricismo cuatrocentrista, propio de la lengua de transición artística al XVI, como comentamos en el análisis de los textos del CURSO III. Es muy importante, comprender el trazado de Lapesa en su capítulo X, en lo que afecta, sobre todo, al plano del desarrollo sintáctico.

    Valga esta síntesis para recordar que, para desarrollar bien el correcto ejercicio de localización y encuadre literarios, es importantísimo realizar una cala en el estudio de la lengua literaria del texto, cuajada en sí misma en proporciones lingüísticas de sentido completo, que, asimismo, conectan con la estética, la cultura y los ideales estéticos del momento.

    Clara fuente de luz, nuevo y hermoso,
    rico de luminarias, patrio Cielo,
    casa de la verdad sin sombra o velo,
    de inteligencias ledo, almo reposo:

    ¡oh cómo allá te estás, cuerpo glorioso,
    tan lejos del mortal caduco velo,
    casi un Argos divino alzado a vuelo,
    de nuestro humano error libre y piadoso!

    ¡Oh patria amada!, a ti sospira y llora
    esta en su cárcel alma peregrina,
    llevada errando de uno en otro instante;

    esa cierta beldad que me enamora
    suerte y sazón me otorgue tan benina
    que, do sube el amor, llegue el amante.


    1R. Menéndez Pidal, “El lenguaje del siglo XVI”, Cruz y Raya, 6, 15 de Septiembre de 1933, pp. 7-63.

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