Sí. Ya hemos comentado muchas veces la dificultad de este ejercicio. Solamente puede ser a base de preparación y repaso. ¿Podrías al menos aventurar una hipótesis serena del momento o autor al que pertenece el poema?
Hace falta estar ciego, tener como metidas en los ojos raspaduras de vidrio, cal viva, arena hirviendo, para no ver la luz que salta en nuestros actos, que ilumina por dentro nuestra lengua, nuestra diaria palabra. Hace falta querer morir sin estela de gloria y alegría, sin participación de los himnos futuros, sin recuerdo en los hombres que juzguen el pasado sombrío de la tierra. Hace falta querer ya en vida ser pasado, obstáculo sangriento, cosa muerta, seco olvido.
Queda patente aquí el modelo de poesía comprometida con el sufrimiento humano. Pertenece a la obra De un momento a otro (1937) de Rafael Alberti. En la composición se percibe ya el grito de protesta y la desazón ante la injusticia y el dolor humanos y que se confirmará con fuerza a partir de la publicación de Hijos de la ira en 1944. Hemos de notar aquí cómo Alberti echa mano a elementos surrealistas, en línea con otros compañeros de generación, como Lorca, sin ir más lejos, al que le unía una profunda amistad. Comparemos dos polos: la angustia existencial.
Recordemos que Alberti pertenece a la tendencia surrealista de la escuela del grupo del 27. Su etapa surrealista viene representada por obras como Yo era un tonto y lo que he visto me ha hecho dos tontos , que representa una extraordinaria muestra de poemas publicados en La Gaceta literaria de 1929.