Un nuevo texto de cara a nuestra labor cotidiana. La tradición es larga y rica… se remonta a los orígenes de la lírica. Asistimos a una gloriosa reelaboración.
Fuego a quien tanto Mar ha respetado Y que en desprecio de las ondas frías Pasó abrigado en en las entrañas mías, Después de haber mis ojos navegado, Merece ser al Cielo trasladado, Nuevo esfuerzo del Sol y de los días; Y entre las siempre amantes Jerarquías En el Pueblo de luz arder clavado. Dividir y apartar puede el camino; Mas cualquier paso del perdido Amante Es quilate al Amor puro y divino. Yo dejo el Alma atrás: llevo adelante, Desierto y solo el cuerpo peregrino, Y a mí no traigo cosa semejante.
Una aproximación a la datación literaria
Una de las obras más significativas que ahonda en el análisis de la influencia del amor cortés en Quevedo es la de Green ( El amor cortés en Quevedo, 1955). Este autor analiza el influjo de la lírica de cancionero y el petrarquismo. Gran parte de la poesía amatoria de Quevedo responde a la tradición iniciada en Europa por Petraca (1304-1374) y desarrollada en España por poetas del siglo XVI como Garcilaso de la Vega, Fernando de Herrera y los jóvenes en aquel momento Lope de Vega y Luis de Góngora.
La tradición temática del petrarquismo
La huella de dicha tradición se ve más claramente en imágenes como por ejemplo el «fuego», «cielo», «sol», «luz», «arder», «amante», «amor», «puro», «divino» y «alma», junto con los colores rojo y blanco y la de ciertos metales y piedras preciosas, como el oro, las perlas, los rubíes y los diamantes. Estas imágenes limitan el campo semántico de este poema al de la referida tradición petrarquista.
La composición se inscribe en la serie de la lírica amorosa de Quevedo. El amor como sentimiento trascendente que se eleva por encima de la muerte.
Es significativa la alusión a los ojos, en línea con el planteamiento neoplatonista. Se entiende que los ojos son el estrecho que el Fuego tiene que navegar o atravesar para entrar en las entrañas. En un contexto negativo, se solía decir que la pasión amorosa era el «mal que entraba por los ojos».
El canon lingüístico del conceptismo barroco
En este soneto de Quevedo apreciamos los rasgos y peculiaridades inconfundibles de la estética conceptista, plasmada en la potencia expresiva que recobra el concepto en toda su magnitud. Sea suficiente advertir la proyección cósmica que aquí adquiere la vivencia amorosa. El dolor del amante desborda todo control. Se trata de un dolor telúrico, anterior a todo atisbo de vida, pues viene desde antes de que la propia vida se concibiera como unión amante.