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Ya veo que vais comentando los textos que os voy dejando. En breve os daré las claves para la contextualización de los textos anteriores.
Os dejo un nuevo texto para ir practicando. Como siempre os digo: elaborar un análisis que contemple el reconocimiento del autor es tarea harto complicada, a no ser que sea una composición que hemos leído y conocemos de antemano.
Primer nivel de contextualización literaria
En el primer nivel de concreción tratamos de situar el texto en su época literaria en base a los tópicos, temas, la lengua literaria, el género, etc… presentes en el mismo. El segundo nivel consiste en identificar al autor y situar el texto dentro de su etapa creativa.
He aquí el texto:
Si a la región desierta, inhabitable,
por el hervor del sol demasiado,
y sequedad de aquella arena ardiente,
o a la que por el hielo congelado
y rigurosa nieve es intractable,
del todo inhabitada de la gente,
por algún accidente
o caso de fortuna desastrada,
me fuésedes llevada,
y supiese que allá vuestra dureza
estaba en su crüeza,
allá os iría a buscar como perdido,
hasta morir a vuestros pies tendido.
Vuestra soberbia y condición esquiva
acabe ya, pues es tan acabada
la fuerza de en quien ha de esecutarse.
Mirá bien que el amor se desagrada
deso, pues quiere que el amante viva
y se convierta a dó piense salvarse.
El tiempo ha de pasarse,
y de mis males arrepentimiento,
confusión y tormento
sé que os ha de quedar, y esto recelo;
que aunque de mí me duelo,
como en mí vuestros males son de otra arte,
duélenme en más sensible y tierna parte.
Así paso la vida, acrecentando
materia de dolor, a mis sentidos,
como si la que tengo no bastase;
los cuales para todo están perdidos,
sino para mostrarme a mí cuál ando.
Pluguiese a Dios que aquesto aprovechase
para que yo pensase
un rato en mi remedio, pues os veo
siempre ir con un deseo
de perseguir al triste y al caído;
yo estoy aquí tendido,
mostrándoos de mi muerte las señales,
y vos viviendo sólo de mis males.
Si aquella amarillez y los sospiros
salidos sin licencia de su dueño,
si aquel hondo silencio no han podido
un sentimiento grande ni pequeño
mover en vos, que baste a convertiros
a siquiera saber que soy nacido,
baste ya haber sufrido
tanto tiempo, a pesar de lo que basto,
que a mí mismo contrasto,
dándome a entender que mi flaqueza
me tiene en la estrecheza
en que estoy puesto, y no lo que yo entiendo:
así que con flaqueza me defiendo.
Canción, no has de tener
comigo que ver más en malo o en bueno;
trátame como ajeno,
que no te faltará de quien lo aprendas.
Si has miedo que me ofendas,
no quieras hacer más por mi derecho
de lo que hice yo, quel mal me he hecho.
La singularidad de la lírica garcilasiana en la evolución de la lírica renacentista
Muy bien, Juan Carlos, por la referencia intertextual final a la famosa composición de Cristóbal de Castillejo contra los poetas italianizantes. Como cualquier moda, y esta no iba a ser menos, se miraba con recelo y bastante precaución. Incluso se hiperbolizaba con alusiones a una secta ( todos los que pudieran venir de las influencias de la Academia).
El tópico de la «esquividad» de la dama
En esta composición concreta vemos varios motivos. Efectivamente, como comentas, el de la esquividad amorosa. Decíamos en otro ejercicio que el mito de Galatea se recrearía estéticamente para formar este fin. La naturaleza altera su equilibrio cuando «amor con amor no es correspondido. En definitiva son múltiples las alusiones (amor, naturaleza, mitología) que incardinan este texto en el primer Siglo de Oro en su etapa de plenitud. Concretamente se trata de la Canción I de Garcilaso de la Vega.
La canción contiene un lamento de amor ante la indiferencia de la dama «soberbia» y «esquiva». En una relación identificable claramente con el amor cortés («a tus pies tendido») propio de la tradición petrarquista que continúan Garcilaso, Boscán, el Marqués de Santillana… y anterior al neoplatonismo, le pide a la dama que atenúe su dureza (el poeta se siente morir, etc.). Su composición formal en endecasílabos y heptasílabos nos lleva al interés italianizante de comienzos del XVI por parte de aquellos que, como vimos en aquel curioso texto de Cristóbal de Castillejo, «sostuvieron esta secta / y la dejaron acá / ya sembrada entre la gente».