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TEMARIO DE OPOSICIONES DE LENGUA CASTELLANA Y LITERATURA (II). CARACTERES COMUNES DEL ARTE LITERARIO CASTELLANO

En este artículo realizamos un trazado de los orígenes de las literaturas hispánicas, con especial atención a las peculiaridades de nuestra literatura maestra, la castellana. En el este desarrollo seguimos a autores fundamentales como Menéndez Pidal y Menéndez Pelayo. Esto nos servirá para afianzar la contextualización, desarrollo y estudio del temario de oposiciones de lengua castellana y literatura.

Carácter nacional y tradición

Continuidad de los caracteres nacionales

El comportamiento individual refleja los rasgos dominantes de la tradición de cada nación, una observación accesible a todos los críticos y estudiosos de la literatura. Sin embargo, existe cierto debate sobre si estos rasgos nacionales persisten a lo largo de los siglos. Estos caracteres dependen tanto de las capacidades predominantes en la colectividad como de las circunstancias históricas, ambos factores sujetos a cambios temporales. A pesar de ello, es innegable la continuidad de ciertos rasgos psíquicos generales que, a través de la fuerza de la tradición, influencian la mayoría de los comportamientos.

Ejemplo de España

En el caso de España, el substrato celtoibérico y la colonización romana forman una base étnica y tradicional firme. El superestrato germánico, aunque no muy numeroso, ha sido valorado como una modificación significativa: la nobleza gótica se asocia con orgullo al adscrato originario. Otro superestrato, el árabe, aunque también numéricamente débil, fue en su momento una influencia cultural superior que dejó una huella perdurable a pesar de la inicial resistencia y eventual expulsión.

Persistencia de rasgos históricos

A pesar de las invasiones y mezclas de pueblos, algunos rasgos del carácter ibérico observados en la época romana son muy significativos, como la dificultad para la cohesión política entre tribus. Las grandes revoluciones históricas, como el Renacimiento y el Neoclasicismo, han introducido cambios profundos en la vida psicológica del pueblo. No obstante, se reconoce cierta continuidad en características como la sumisión religiosa y la lealtad caballeresca, observadas por críticos del siglo pasado.

Debate sobre la influencia del Renacimiento

La influencia del Renacimiento en la literatura española ha sido muy debatida. Mientras algunos críticos ven una ruptura entre el periodo medieval y el Renacimiento, otros argumentan una continuidad subyacente. En Alemania, esta cuestión divide a críticos católicos y protestantes. La crítica moderna, al estudiar la persistencia de elementos medievales hasta el Siglo de la Ilustración, tiende a aceptar una cierta continuidad.

Elementos étnicos y tradicionales

Relaciones literarias

Las historias literarias suelen identificar caracteres generales en la materia estudiada y los críticos literarios suelen atribuir ciertas cualidades a la nacionalidad de los autores. Desde Tiraboschi a Menéndez Pelayo, se ha observado una relación étnica entre estilos de autores hispanorromanos y autores españoles. Sin embargo, establecer una conexión directa entre autores separados por siglos, como Séneca y Góngora, es complicado debido a la discontinuidad temporal.

Continuidad y latencia

La solución a esta discontinuidad podría ser que las manifestaciones del genio literario de un pueblo se presenten de manera esporádica, no siempre visibles debido a la influencia de tradiciones extranjeras. A menudo, la continuidad es más cercana de lo que parece, como se ve en la sucesión de escritores cordobeses a lo largo de los siglos. La transmisión de hábitos expresivos puede ser ininterrumpida, mantenida latente a través de innumerables actos conversacionales y literarios.

Imitatio y prestigio

Además de la continuidad étnica y la tradición latente, la imitación de figuras prestigiosas del pasado también juega un papel en la perpetuación de un carácter étnico. Autores como Juan de Mena invocan a sus predecesores Séneca y Lucano, y Góngora mostraba afecto por Mena y los grandes latinos.

Caracteres perdurables en la literatura española

Sobriedad

El rasgo más destacado del temperamento español a lo largo de los siglos es la sobriedad, observada por Trogo Pompeyo como una característica firme y extrema. Este rasgo, tanto físico como espiritual, sigue siendo notable en la actualidad, caracterizando al soldado y al obrero español por su eficiencia y austeridad. La sobriedad psicológica también lleva a una inclinación por la sencillez en todas las expresiones de la vida, incluida la artística.

Espontaneidad e improvisación

El hombre hispano se distingue por su ímpetu y acción, prefiriendo la espontaneidad y la improvisación sobre la perfección. Esta característica, destacada por Gracián en El Criticón, se refleja en la producción literaria y artística, donde los españoles suelen ser más precursores que maestros consumados. Esta tendencia también se observa en el desprecio por la erudición clásica y la preferencia por la producción rápida y copiosa.

Popularismo y sencillez

El arte español tiende a ser accesible y comprensible para todos, reflejando una uniformidad mental entre escritores y público. La sencillez en la exposición del pensamiento es una cualidad esencial, evitando complicaciones excesivas en la expresión. Esta tendencia a la simplicidad se manifiesta en la preferencia por formas métricas menos cuidadas en la poesía, como el verso amétrico y la rima asonantada.

Algunos ejemplos

En el contexto español, se observa una tendencia notable hacia la creación de un arte dirigido a la totalidad del público, más allá de las élites privilegiadas. Esta democratización del arte se refleja en diversas manifestaciones culturales, desde la poesía dramática hasta la literatura épica y lírica.

El Mecenazgo popular y la poesía dramática

Falta de apoyo de las élites

Históricamente, el apoyo de las clases privilegiadas al arte ha sido limitado. Francisco de Quevedo, por ejemplo, se quejaba de que el duque del Infantado, a quien dedicó su obra «Marco Bruto», ni siquiera la leyó ni reconoció su recepción. El autor de las Cartas Marruecas, desilusionado con los magnates que preferían las letras de las tonadillas, eligió como mecenas al aguador Domingo.

Apoyo popular

Incluso en épocas de mayor apoyo real y aristocrático, el pueblo mostró un interés competitivo por la poesía. Calderón de la Barca escribió El Mágico prodigioso para la villa de Yepes, representando a una audiencia culta y acomodada de la localidad. Los ayuntamientos, como mecenas populares, jugaron un papel crucial en el desarrollo del teatro español.

Lope de Vega y la Revolución del teatro popular

La decisión de escribir para el pueblo

Lope de Vega, superando las prescripciones neoaristotélicas y neohoracianas, decidió escribir para el pueblo, a quien él llamaba «el vulgo necio». Esta decisión permitió que el teatro abordara temas de interés popular: epopeya, historia, política, teología, problemas morales y filosóficos, y sobre todo, la vida cotidiana.

La elevación de lo cotidiano

Bajo la genialidad de Lope, la vida cotidiana fue elevada a la dignidad de un gran tema dramático. Su teatro, aunque popular, también era docto, comparable a las flores naturales que embellecen el campo pero que también se benefician del cultivo.

Tendencias populares en la Literatura Medieval

Diferencias en estilos literarios

Desde las primeras épocas, se observa una propensión hacia el arte de mayorías, especialmente en España. Mientras que en el siglo XIII el emperador Federico II escribía en latín para los doctos, Alfonso X el Sabio escribía en romance, destinando sus obras a toda la población.

Realismo y sencillez en la Literatura Española

El poemita «Elena y María», escrito en tiempos de Alfonso el Sabio, contrasta con las versiones refinadas de otras literaturas europeas. La versión española se destaca por su realismo, sencillez de recursos, lenguaje llano y verso amétrico, destinada al regocijo de todo el pueblo.

Géneros literarios y su popularización

La Épica castellana y el Romancero

La poesía épica de Castilla, inicialmente escrita para mayorías, alcanzó su máxima eficiencia artística al adoptar el estilo más popular de la balada. Esta transformación permitió su amplia difusión y asimilación en el mundo hispanohablante, incluyendo Cataluña y Portugal, y su apreciación por las literaturas románticas extranjeras.

La lírica catalana y galaicoportuguesa

A diferencia de la épica castellana, la lírica catalana y galaicoportuguesa, aunque derivadas de la poesía occitánica, se inclinaron hacia la llaneza y simplicidad. Este enfoque popular les permitió desarrollar una poesía original y accesible para todo el pueblo, libre de la complicación conceptual y formal de otras tradiciones literarias.

Características comunes de las literaturas Peninsulares

Divergencias y convergencias

Las literaturas peninsulares, aunque con direcciones iniciales diferentes, comparten un carácter popularista en oposición a sus similares francesas. Esta tendencia común se mantuvo a lo largo del tiempo, siendo un sello distintivo de la literatura catalana, portuguesa y castellana.

Reconocimiento del carácter popular

Gonzalo de Berceo, Guillén de Bergadá y Alfonso el Sabio, cada uno a su manera, reconocieron y promovieron el carácter popular de sus respectivas literaturas. Este enfoque les permitió conectar profundamente con sus audiencias y asegurar la perdurabilidad de sus obras.

La persistencia del arte popular en tiempos posteriores

El teatro en el siglo XVI

En el siglo XVI, hubo esfuerzos por sustituir el teatro español por uno acorde a las reglas neoclásicas. Sin embargo, la obra de Lope de Vega, intrínsecamente conforme al carácter estético popular, prevaleció sobre estos intentos, con la producción escénica popular de Don Ramón de la Cruz siendo especialmente aclamada.

Benito Pérez Galdós en el siglo XIX

Al final del siglo XIX, Benito Pérez Galdós destacó por ver en la multitud «caótica» no solo el modelo a retratar, sino el único juez y crítico del retrato. Su prolífica producción abordó los problemas contemporáneos que interesaban al pueblo, creando una serie de Episodios nacionales que resonaron profundamente en la opinión pública.

Conclusiones

El arte dirigido a la totalidad del público ha sido una constante en la historia literaria española. Desde la poesía dramática de Lope de Vega hasta los episodios históricos de Galdós, pasando por la épica y la lírica medieval, la literatura española ha demostrado una notable capacidad para conectar con el pueblo y reflejar sus intereses y aspiraciones. Esta tendencia popularista ha sido fundamental para el desarrollo y la vitalidad de la cultura española.