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Continuamos con la preparación lingüística y literaria a través de un nuevo texto, muestra significativa dentro de su periodo literario.
¡Qué se había de perder ¡contro!, si más de veinte veces había ido a la casa del Sr. de Cucúrbitas y a las de otros caballeros con recados verbales o escritos! Era el mensajero de las terribles ansiedades, tristezas e impaciencias de su abuelo; era el que repartía por uno y otro distrito las solicitudes del infeliz cesante, implorando una recomendación o un auxilio. Y en este oficio de peatón adquirió tan completo saber topográfico, que recorría todos los barrios de la Villa sin perderse; y aunque sabía ir a su destino por el camino más corto, empleaba comúnmente el más largo, por costumbre y vicio de paseante o por instintos de observador, gustando mucho de examinar escaparates, de oír, sin perder sílaba, discursos de charlatanes que venden elixires o hacen ejercicios de prestidigitación. A lo mejor, topaba con un mono cabalgando sobre un perro o manejando el molinillo de la chocolatera lo mismito que una persona natural; otras veces era un infeliz oso encadenado y flaco, o italianos, turcos, moros falsificados que piden limosna haciendo cualquiera habilidad. También le entretenían los entierros muy lucidos, el riego de las calles, la tropa marchando con música, el ver subir la piedra sillar de un edificio en construcción, el Viático con muchas velas, los encuartes de los tranvías, el trasplantar árboles y cuantos accidentes ofrece la vía pública.
«Abrígate bien -le dijo Paca besándole otra vez y envolviéndole la bufanda en el cuello-. Ya podrían comprarte unos guantes de lana. Tienes las manos heladitas, y con sabañones. ¡Ah, cuánto mejor estarías con tu tía Quintina! ¡Vaya, un beso a Mendizábal, y hala! Canelo irá contigo».
De debajo de la mesa salió un perro de bonita cabeza, las patas cortas, la cola enroscada, el color como de barquillo, y echó a andar gozoso delante de Luis. Paca salió tras ellos a la puerta, les miró alejarse, y al volver a la estrecha oficina, se puso a hacer calceta, diciendo a su marido: «¡Pobre hijo!, me le traen todo el santo día hecho un carterito. El sablazo de esta tarde va contra el mismo sujeto de estos días. ¡La que le ha caído al buen señor! Te digo que estos Villaamiles son peores que la filoxera. Y de seguro que esta noche las tres lambionas se irán también de pindongueo al teatro y vendrán a las tantas de la noche».
Autoría y localización literaria
El texto seleccionado se trata de un fragmento de Miau (1888) de Galdós. Ya sabéis que el año pasado se conmemoró el Centenario de la muerte de Galdós, en el denominado «Año de Galdós», efeméride que se celebró con multitud de actos y actividades culturales, a pesar de que, por desgracia, la pandemia impidió su lucimiento. Es importante tener en cuenta este dato, tal y conforme venimos señalando desde hace tiempo. En el estilo literario del inmortal novelista canario encontramos lazos evidentes entre la coloquialidad y la función literaria de la lengua, concebida como mímesis, recreación y proyección de la realidad que retrata.
Los rasgos del realismo literario: el movimiento del naturalismo espiritualista
Los postulados realistas, precisamente, apuntan a la necesidad de captar el sabor local, la estampa fija o cambiante de una realidad. Esta elaboración es constante y sofisticada. En ella apreciamos la singularidad de la técnica utilizada: expresiones como «contro», auténticos vulgarismos, dinamismo del diálogo narrativo, etc. Es importante extraer los rasgos estéticos de esta nueva forma de narrar. Algunos críticos (Gonzalo Sobejano, entre otros) han captado en Galdós algunas de las técnicas narratológicas pioneras en la innovación narrativa. He aquí que Galdós se convierte en uno de los principales representantes literarios de la novela contemporánea, anticipándose a los grandes maestros de la narrativa de inicios de siglo.
Galdós y el arte literario realista
Hemos comentado en más de una ocasión que Galdós se erige como representante y guía del movimiento literario realista. Por derecho propio, el genial autor canario es el adelantado a una forma de novelar que sentaría Escuela dentro de los postulados de la nueva estética, alejados de las alaracas del romanticismo y de la profundidad espiritual del mensaje humanístico.
La mímesis de la realidad se encuentra en el propio ritmo discursivo que intenta imitar el movimiento entrecortado de la respiración de la personaje. Se trata de un diálogo raudo y extremadamente dinámico, en claro contraste con la secuencia narrativa. Galdós proveyó índices de punto y contrapunto en una prosa que se acelera o remansa en función de las circunstancias.