Apreciemos un buen número de rasgos estéticos y temáticos en la preparación de nuestro ejercicio de contextualización. Es una buena muestra que nos ayudará a entender y preparar la Literatura del momento en el que se sitúa.
El cisne en la sombra parece de nieve;
su pico es de ámbar, del alba al trasluz;
el suave crepúsculo que pasa tan breve
las cándidas alas sonrosa de luz.
Y luego en las ondas del lago azulado,
después que la aurora perdió su arrebol,
las alas tendidas y el cuello enarcado,
el cisne es de plata bañado de sol.
Tal es, cuando esponja las plumas de seda,
olímpico pájaro herido de amor,
y viola en las linfas sonoras a Leda,
buscando su pico los labios en flor.
Suspira la bella desnuda y vencida,
y en tanto que al aire sus quejas se van,
del fondo verdoso de fronda tupida
chispean turbados los ojos de Pan.
Si leemos el breve poemario Prosas profanas (1917) de Rubén Darío, apreciaremos la enorme frecuencia con la que aparece el símbolo del «cisne» («cisnes de nieve», «cuello del cisne», «el cisne marqués»…). Símbolo de una belleza acabada y perfecta del nuevo movimiento, llevaría a Enrique González Martínez a componer un soneto con el que defendería la necesidad de abolir los planteamientos del movimiento modernista. He aquí toda una serie de rasgos que apuntan de manera directa al modernismo (el ritmo de intensidad acentual- podemos notar su expresividad en múltiples composiciones, como la ya trabajada: «Salutación del optimista«, el léxico preciosista, la función estética del adjetivo, la metáfora, el símbolo, las alusiones mitológicas, el exotismo,etc…).
Veamos otra composición en el que trata el mismo símbolo:
Fué en una hora divina para el género humano.
El Cisne antes cantaba sólo para morir.
Cuando se oyó el acento del Cisne wagneriano
Fué en medio de una aurora, fué para revivir.
Sobre las tempestades del humano oceano
Se oye el canto del Cisne; no se cesa de oir,
Dominando el martillo del viejo Thor germano
O las trompas que cantan la espada de Argantir.
¡Oh Cisne! ¡Oh sacro pájaro! Si antes la blanca Helena
Del huevo azul de Leda brotó de gracia llena,
Siendo de la Hermosura la princesa inmortal,
Bajo tus blancas alas la nueva Poesía,
Concibe en una gloria de luz y de harmonía
La Helena eterna y pura que encarna el ideal.
Elevado a la categoría divina, se eleva por encima de la vulgaridad humana y sincretiza el poderío artístico del «arte total». Apreciemos las referencias musicales a Wagner y el trasfondo mitológico, fondo inacabable de una estética volcada en la evasión. La apelación a los sentidos, la luminosidad y el resplandor se aúnan en la misma isotopía de deslumbramiento. Vista, tacto y oído son sentidos dispuestos a captar la grandeza de la dimensión artística del símbolo central. Y ese canto que no cesa es el mismo que el modernismo eleva por encima de otras formas de creación, que doblega y supera.