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He aquí una nueva composición para preparar la parte práctica de las oposiciones de Lengua. Es muy importante que consideremos las características del género literario. Los rasgos de la taxonomía genérica nos pondrán en la senda de una justificación más profunda y certera de nuestra hipótesis. Recordemos siempre los cuatro pilares óptimos de la proyección de la contextualización que nos sirven para preparar esta prueba.
¿Fuego en mi corazón? No, no lo creo. Siendo de mármol, ¿en mi pecho helado pudo encenderse? No, miente el cuidado. 2560 Pero ¿cómo lo dudo, si lo veo? Yo deseé vencer, por mi trofeo, un desdén. Pues si es quien me ha abrasado fuego de amor, ¿qué mucho que haya entrado donde abrieron las puertas al deseo? 2565 Deste peligro no advertí el indicio, pues para echar el fuego en otra casa yo le encendí, en la mía hizo su oficio. No admire, pues, mi pecho lo que pasa; que quien quiere encender un edificio 2570 suele ser el primero que se abrasa.
Es propio de la peculiar psicología lingüística de Calderón introducir o interponer, en el discurso de una persona, una petición dirigida a una actividad espiritual. El pensamiento es el mejor instructor y guiador del proceso de intriga y trama, tal y conforme estuvimos viendo en el trazado de la panorámica del drama calderoniano. Fijémonos en el metro y su adecuación al discurso o estructura latente. Decimos que el Barroco revitaliza el Romancero nuevo, como pudimos ver con la «Historia de Hero y Leandro» en una entrada anterior.