He aquí un nuevo texto de cara al ejercicio cotidiano de contextualización. Podéis localizar los rasgos formales que orientan en la localización de contexto lingüístico y literario.
Una mañana de Marzo, ventosa y glacial, en que se helaban las palabras en la boca, y azotaba el rostro de los transeúntes un polvo que por lo frío parecía nieve molida, se replegó el ejército al interior del pasadizo, quedando sólo en la puerta de hierro de la calle de San Sebastián un ciego entrado en años, de nombre Pulido, que debía de tener cuerpo de bronce, y por sangre alcohol o mercurio, según resistía las temperaturas extremas, siempre fuerte, sano, y con unos colores que daban envidia a las flores del cercano puesto. La florista se replegó también en el interior de su garita, y metiendo consigo los tiestos y manojos de siemprevivas, se puso a tejer coronas para niños muertos. En el patio, que fue Cementerio de S. Sebastián, como declara el azulejo empotrado en la pared sobre la puerta, no se veían más seres vivientes que las poquísimas señoras que a la carrera lo atravesaban para entrar en la iglesia o salir de ella, tapándose la boca con la misma mano en que llevaban el libro de oraciones, o algún clérigo que se encaminaba a la sacristía, con el manteo arrebatado del viento, como pájaro negro que ahueca las plumas y estira las alas, asegurando con su mano crispada la teja, que también quería ser pájaro y darse una vuelta por encima de la torre. Ninguno de los entrantes o salientes hacía caso del pobre Pulido, porque ya tenían costumbre de verle impávido en su guardia, tan insensible a la nieve como al calor sofocante, con su mano extendida, mal envuelto en raída capita de paño pardo, modulando sin cesar palabras tristes, que salían congeladas de sus labios. Aquel día, el viento jugaba con los pelos blancos de su barba, metiéndoselos por la nariz y pegándoselos al rostro, húmedo por el lagrimeo que el intenso frío producía en sus muertos ojos.
Este fragmento pertenece a Misericordia. En el año de la conmemoración de su muerte, las actividades en torno a Galdós proliferan de manera considerable. Será su sola literatura un complejo coherente que bebe de rasgos evolutivos constantes. La disección narrativa, el personaje colectivo, las alusiones a distintas clases sociales, el tipismo, etc… nos pueden ayudar en la identificación del contexto literario.
Como ya sabéis, Galdós es uno de los mejores maestros de la escuela del realista-naturalista, junto con Clarín y la Condesa de Pardo y Bazán. En esta novela, cuyos textos pertenecen al corpus de exámenes prácticos de oposiciones, apreciamos rasgos de su extraordinaria técnica para captar incluso el ambiente («venturosa y glacial») , las sensaciones térmicas y las tonalidades del espacio sobre el que se desarrolla la acción narrativa.
En este señero representante del realismo literario, apreciamos rasgos que a nivel general de obra, que se encuentran presentes en el texto propuesto:
- Descripción de ambientes y casi sensaciones.
- Narración natural, sencilla y armoniosa, basada en un estilo que, en muchos casos, trata de imitar el registro coloquial de la calle, del pueblo llano. En ocasiones rayano al vulgarismo para imitar tipos marginales.