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La voz crítica de los autores y sus enseñanzas literarias
En la serie literaria encontramos muy a menudo que son los propios creadores los que emiten opiniones críticas sobre su propia obra o las ajenas. De igual manera, emerge de sus ensayos una verdadera reflexión literaria y lingüística que actualiza el hecho literario y nos lo devuelve, al cabo de los años, en forma de palabra viva, repristinada por el marchamo de la experiencia y de la propia vivencia literaria.
Son los autores, verdaderos protagonistas de la época, los que, a través de sus enseñanzas y la proyección de su inquietud literaria, nos ayudan a aprender el periodo literario concreto y el sentido de sus literaturas personales.
Argumentos de autoridad en el desarrollo del tema
Estas opiniones se pueden incluir como citas muy adecuadas en el desarrollo del tema. Representan un verdadero aparato de autoridad. Proyectar el parecer de estos autores y ofrecer su visión particular sobre su propia obra o sobre la de los demás es una de las formas de conferir mayor especialización y gran profundidad al desarrollo del tema.
Dedicaremos algunas entradas a esta tipología de análisis literario más profundo, dimanante de la propia voz de los creadores y como forma de aproximación a la vivencia original del autor.
Ahora que nos encontramos preparando el tema 60, Modernismo y 98 como fenómeno histórico, social y estético, nos interesa sobremanera ofrecer algunas de las opiniones de Juan Ramón Jiménez recogidas en sus famosos Apuntes de curso de 1953. Opiniones ácidas y desabridas en ciertos momentos las del poeta de Moguer, no muy alejadas de su propio carácter.
Introducción
En la introducción a dicha obra (Modernismo. Apuntes de curso (1953), Madrid, Visor Libros, 1999), Jorge de Urrutia plantea una idea que comparte parecer con lo que hemos defendido más arriba:
No puede decirse que los poetas no sean teóricos. Lo son, primeramente, en la propia organización y escritura de sus poemas y libros. En segundo lugar, muchas veces, escriben críticas, estudios o reflexiones que, tomando como base de partida la obra ajena o la propia, les permiten explicitar el concepto que tienen de la poesía y de la poemática.
Nadie mejor que un crítico autorizado puede decir lo que nosotros hemos dicho con otras palabras, condensando el concepto y acondicionado la idea concreta a su propósito comunicativo.
Juan Ramón considera que el siglo XX es un siglo modernista. Considera el propio movimiento como un segundo Renacimiento:
Es muy importante para el asunto, en España y Americohispania, recordar que los parnasianos y los simbolistas franceses, que son los que influyen en los llamados modernistas americohispanos y españoles, no toman ese nombre. Es decir que el nombre viene a los americohispanos y españoles de otra parte ¿De dónde? Sin duda, de los Estados Unidos, en donde un grupo de poetas del Medio Oeste lo acepta.
Cuando Martí y otros americohispanos estaban desterrados en los Estados Unidos, se contajiaron del nombre.
A España viene por Americohispania. Es muy importante también señalar que el Modernisrno tiene un origen teolójico que la poesía llamada modernista, es decir, la parnasiana y la simbolista, pretendían y Rubén Darlo lo dice: unir la tradición, española en este caso (léase el dogma) a las innovaciones formales (léase, descubrimientos científicos modernos).
Cuando yo fui a Madrid a publicar mis primeros libros, no solamente oí llamar modernista a Rubén Darío, sino a Benavente, a Baroja, a Azorín y a Unamuno. “Ese tío modernista”, oí decir de Unamuno.
El miércoles, 21 de enero de 1953 escribe (en la edición se ofrecen sus propios apuntes, tal y conforme los copió).
Define el movimiento modernista y ofrece una panorámica de la polémica diferenciación modernismo-98. Considera que el concepto de generación del 98 es un «mito»
El movimiento modernista, no es una escuela; bajo él caben todas las ideologías y sensibilidades. Unamuno filósofo idealista inspirado [en] alemanes, Kierkegaard, Nietzsche. Rubén Darío, gran poeta formal estético. Mito [de la] generación del 98 (El profesor desmiente tal influencia [del] 98). Gabriel Maura y Azorín [inventan el] nombre, el año 1913. Laín Entralgo: [libro] sobre la generación del 98. Unamuno universal. Azorín mira hacia atrás. Ortega, Pérez de Ayala, los Machado, Juan Ramón. Modernismo contra generación del 98, de Díaz-Plaja.
Bécquer, el Modernismo. San Juan de Ia Cruz, Poe y la misma Alemania influyen [en el] simbolismo francés. Origen del nombre “Modernismo”. Teología. Encíclica del Papa contra los modernismos. Los modernistas jóvenes españoles quieren hacer una revisión de valores. Salinas y los inventos modernos. Parnasianos [en] Hispanoamérica; simbolismo en España. Los hispanoamericanos primero; diferencia [de] veinticinco años. Los parnasianos [son] cronológicamente paralelos [a los] precursores: Rosalía de Castro, Curros [Enríquez], Mosén Cinto, Verdaguer, Vicente Medina. Bécquer unión [de] Alemania y España: [ya que ofrece la] copla andaluza mezclada con la balada alemana. Renacimiento después; [los] poetas burgueses [son] posteriores a [los] románticos. Bécquer, según Núñez de Arce: “suspirillos germánicos”. [Las] Rimas becquerianas influyen [en] todos los simbolistas españoles. José María Heredia pudo influir [en] relación con los parnasianos.
Proyección de los precursores del modernismo
Precursores del modernismo. 1. Bécquer y Ferrán. 2. Poetas del litoral, dialectales. Van delante de los castellanos. Lectura. Emigración. Cataluña, Andalucía. Curros Enríquez, La Habana. Vicente Medina, La Argentina. Rosalía de Castro [escribe] en gallego y en español. “sombra que siempre me asombras” . Octosílabo tradicional (Aconseja el profesor que todos rengan un tomo del romancero español).
[….]
Rubén Darío y sus coetáneos
Rubén Darío y Unamuno son coetáneos, pero Rubén empieza a escribir antes que Unamuno. Valera [reconoce] a Darío su valor. Dedica dos largos artículos a Azul [convertidos en] prólogo. Unamuno [dijo] de Rubén Darío [que lo suyo estaba] escrito con “plumas de indio”. Rubén Darío [respondió] : “Quitándome una pluma de mi cabeza”. Luego amistad de los dos. [Los] poetas empiezan buscándose. Unamuno: espiritual, místico, vida interior: versos bien elaborados, poco arquitectónico. [Era Ia ] forma muy difícil para él. Rubén Darío, [de] mayor perfección externa, domina la forma; empieza por Bécquer. Un primer libro, Rimas. “Cuando la vio pasar”, becqueriana romántica. A los veintitrés o veinticuatro años tropieza con los parnasianos franceses. Gautier y Banville influyen en el simbolismo y en Darío. Con gran talento, los supera en calidad. En Azul [hay], al final, unos sonetos de tipo parnasiano: “Caupolicán”. Mezcla india. Alejandrino francés de doce [sílabas] (en español de catorce, por ser agudos los [versos] franceses). Es propio para cantar a un héroe exterior, a un personaje un poco mitológico. El verso amplio francés es exterior, nada íntimo, ni de imaginación subjetiva, es descriptivo y de forma perfecta. “La dulzura del Ángelus” es un poema simbolista, tierno, desilusionado, de comprensión musical.
[Ofrecemos, de nuestra parte estos dos poemas de los que nos habla Juan Ramón]
La dulzura del ángelus matinal y divino
que diluyen ingenuas campanas provinciales
en un aire inocente a fuerza de rosales,
de plegaria, de ensueño de virgen y de trinode ruiseñor, opuesto todo al rudo destino
que no cree en Dios… El áureo ovillo vespertino
que la tarde devana tras opacos cristales
por tejer la inconsútil tela de nuestros males,todos hechos de carne y aromados de vino…
Y esta atroz amargura de no gustar de nada,
de no saber adónde dirigir nuestra proamientras el pobre esquife en la noche cerrada
va en las hostiles olas huérfano de la aurora…
(¡Oh, suaves campanas entre la madrugada!)Caupolicán
Es algo formidable que vio la vieja raza:
robusto tronco de árbol al hombro de un campeón
salvaje y aguerrido, cuya fornida maza
blandiera el brazo de Hércules, o el brazo de Sansón.
Por casco sus cabellos, su pecho por coraza,
pudiera tal guerrero, de Arauco en la región,
lancero de los bosques, Nemrod que todo caza,
desjarretar un toro, o estrangular un león.
Anduvo, anduvo, anduvo. Le vio la luz del día,
le vio la tarde pálida, le vio la noche fría,
y siempre el tronco de árbol a cuestas del titán.
«¡El Toqui, el Toqui!» clama la conmovida casta.
Anduvo, anduvo, anduvo. La aurora dijo: «Basta»,
e irguióse la alta frente del gran Caupolicán.
Hasta aquí la primera serie de opiniones/impresiones de Juan Ramón. Apreciamos con ellas el legado de un dictado raudo, repentino y nervioso, con pinceladas muy impresionistas de la realidad histórico-literaria de la escuela modernista, muy útiles para ayudarnos a comprender su auténtica intrahistoria.