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¿Contextualizamos? 8-6-2020

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    Pese a su hermetismo y dificultad hermenéutica este texto ofrece elementos que nos pueden orientar en su localización literaria.


    Las personas mayores
    ¿a qué hora volverán?
    Da las seis el ciego Santiago,
    y ya está muy oscuro.
    Madre dijo que no demoraría.
    Aguedita, Nativa, Miguel,
    cuidado con ir por ahí, por donde
    acaban de pasar gangueando sus memorias
    dobladoras penas,
    hacia el silencioso corral, y por donde
    las gallinas que se están acostando todavía,
    se han espantado tanto.
    Mejor estemos aquí no más.
    Madre dijo que no demoraría.
    Ya no tengamos pena. Vamos viendo
    los barcos ¡el mío es el más bonito de todos!
    con los cuales jugamos todo el santo día.
    sin pelearnos, como debe ser:
    han quedado en el pozo de agua, listos,
    fletados de dulces para mañana.
    Aguardemos así, obedientes y sin más
    remedio, la vuelta, el desagravio
    de los mayores siempre delanteros
    dejándonos en casa a los pequeños,
    como si también nosotros
    no pudiésemos partir.
    Aguedita, Nativa, Miguel?
    Llamo, busco al tanteo en la oscuridad.
    No me vayan a haber dejado solo,
    y el único recluso sea yo.

    A pesar del hermetismo que podáis apreciar en la composición, es una de las menos herméticas de Trilce (1922) de Vallejo. La voz del poema es la de un adulto que rememora el doble miedo infantil a la ausencia de personas mayores y a la oscuridad, principalmente la madre. El poeta adulto rememora su imagen del miedo infantil, en un presente en el que parece haberse quedado solo. Es inevitable pensar en la muerte: la oscuridad, el miedo, la desorientación por la ausencia de los mayores que se han ido «siempre delanteros»,»dejándonos en casa a los pequeños», la llamada a seres que probablemente ya se han ido: «Aguedita, Nativa, Miguel?», el verso final: «y el único recluso sea yo» (interpretado este último verso por su alusión a la existencia como forma de encierro y cárcel). Imagen de desolación, desesperación y muerte. Comparemos el tratamiento sereno y resignado de un hecho tan luctuoso en «Requiem», elegía por Manuel del Río en José Hierro con la desorientación y el caos que provoca el sentimiento en esta otra composición.

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