Iniciamos una nueva semana de trabajo y estudio con nuestra propuesta de contextualización y encuadre de un texto literario. Contextualizado el texto de la semana pasada, en la clase del sábado pasado estuvimos comentando el soneto: “Quiere hacer un tapiz la industria humana…” y, al hilo del análisis, advertimos de que en los exámenes prácticos de Cantabria y Castilla-La Mancha de 2018 propusieron secuencias textuales pertenecientes al género dramático.
El texto que proponemos a continuación pertenece a un género nuevo, que debemos identificar y comentar apropiadamente, realizando un pequeño recorrido intertextual desde las fuentes y los orígenes de su escuela. De la obra a la que pertenece se ha dicho que sigue un esquema propio de las convenciones de época, en molde y género. La pretendida verosimilitud es uno de los principios creativos presentes en dicha obra.
Rememoremos, asimismo, antecedentes muy señeros y relevantes en los géneros de la literatura de viajes de finales del siglo XV , la prosa historiográfica y el valor del retrato costumbrista. Constatamos claves preferentes para la identificación literaria: el género, como ya hemos apuntado, es una de ellas, pero hay más : lengua literaria, construcción de la prosa, óptica, punto de vista, lector-receptor, etc.
Desde aquí se abre un teatro de guerras que duraron cerca de ocho siglos. Varios reinos se levantaron sobre la ruina de la monarquía goda española, destruyendo el que querían edificar los moros en el mismo terreno, regado con más sangre española, romana, cartaginesa, goda y mora de cuanto se puede ponderar con horror de la pluma que lo escriba y de los ojos que lo vean escrito. Pero la población de esta península era tal que, después de tan largas y sangrientas guerras, aún se contaban veinte millones de habitantes en ella. Incorporáronse tantas provincias tan diferentes en dos coronas, la de Castilla y la de Aragón, y ambas en el matrimonio de don Fernando y doña Isabel, príncipes que serán inmortales entre cuantos sepan lo que es gobierno. La reforma de abusos, aumento de las ciencias, humillación de los soberbios, amparo de la agricultura, y otras operaciones semejantes, formaron esta monarquía. Ayudóles la naturaleza con un número increíble de vasallos insignes en letras y armas, y se pudieron haber lisonjeado de dejar a sus sucesores un imperio mayor más duradero que el de la Roma antigua (contando las Américas nuevamente descubiertas), si hubieran logrado dejar su corona a un heredero varón. Nególes el cielo este gozo a trueque de tantos como les había concedido, y su cetro pasó a la casa de Austria, la cual gastó los tesoros, talentos y sangre de los españoles por las continuas guerras que, así en Alemania como en Italia, tuvo que sostener Carlos I de España, hasta que cansado de sus mismas prosperidades, o tal vez conociendo con prudencia la vicisitud de las cosas humanas, no quiso exponerse a sus reveses y dejó el trono a su hijo don Felipe II.
Este fragmento pertenece a Cartas marruecas (1789) de José Cadalso. De esta obra se ha dicho que fue una precursora de los Artículos de Larra. El costumbrismo y el tipismo, la conciencia nacional, el espíritu del género ensayístico, revitalizado en el siglo XVIII, la crítica hacia la realidad del momento, velada y, en ocasiones, no tan velada, y un nuevo concepto de la historiografía son algunos de los rasgos que adquieren especial relevancia en esta prosa.
Observemos la óptica reduccionista y sincrética de la Historia de España, plasmada en unas pocas líneas. Apreciemos, asimismo, las similitudes y coincidencias literarias y temáticas con el famoso soneto de Quevedo: ”Un godo, que una cueva en la montaña…” en el trazo impresionista y la técnica basada en la condensación expresiva:
Un godo, que una cueva en la montaña
guardó, pudo cobrar las dos Castillas;
del Betis y Genil las dos orillas,
los herederos de tan grande hazaña.A Navarra te dio justicia y maña,
y un casamiento, en Aragón, las sillas
con que a Sicilia y Nápoles humillas
y a quien Milán espléndida acompaña.Muerte infeliz en Portugal arbola
tus castillos. Colón pasó los godos
al ignorado cerco de esta bola.Y es más fácil, ¡oh España, en muchos modos,
que lo que a todos les quistaste sola
te puedan a ti sola quitar todos!