Saltar al contenido

¿Contextualizamos?

    Getting your Trinity Audio player ready...

    Empezamos con una nueva semana de estudio y trabajo con los objetivos puestos en las dos clases semanales (grupos I y II), el repaso de temas y prácticos y la finalización de las tareas iniciadas en las semanas I y II del calendario mensual del CURSO II.

    Tras la contextualización del texto de la semana pasada extraído del capítulo 110 del Amadís de Gaula de Garci Rodríguez de Montalvo (r. 1.508) , proponemos un nuevo ejercicio con el objetivo de mantener en condiciones óptimas nuestro entrenamiento en la técnica de localización histórico-literaria de secuencias discursivas de carácter literario.

    Embiastes mandar que vos ver quisiesse,
    dueña loçana, honesta e garrida;
    por mi fe vos juro que lo yo fiziesse
    tan de talante como amo la vida.
    Mas temo, señora, que la mi ida
    seríe grant cadena para me ligar,
    e desque vos viesse e oyesse fablar,
    después non sería en mí la partida.

    Pero bien me plaze, si me embiades
    firmado e sellado el vuestro seguro,
    que en cárcel de amor non me pongades,
    nin me aprisionedes en su alto muro.
    E que en él se contenda, prometo e juro
    a dios de Amor de vos non ferir,
    e si vos firiere, de vos bien guarir
    con obras de amor e coraçón puro.

    E con vos me dedes a Venus deessa
    por aseguradora, e ambas juredes
    que vuestro seguro e jura e promessa
    bien e lealmente que lo compliredes.
    Si esto, señora, fazer non podedes,
    la ida sería a mí peligrossa,
    y non sé pensar en el mundo cossa
    que me asegure ir ver qué queredes.

    E fago razón pedir segurança
    del vuestro amorosso decir e semblante,
    porque el semblante me dicen que es lança,
    e el vuestro decir polido diamante.
    Por esso, señora, si vos pido ante
    [atanto] seguro para os ir ver,
    devédeslo dar, e si non puede ser,
    en señal d’él me dat vuestro guante.

    ¡Mucha fuerza y mucho ánimo!

    Encuadre histórico-literario

    En la pasada clase estuvimos comentando de manera exhaustiva los rasgos del texto presentes en la función estilística, el género discursivo, el plano de la lengua literaria en función de su contribución a la expresividad del mensaje, la estructura temática y el conjunto de referencias que apuntan a la amplificación discursiva, la circularidad, las alusiones, el tono elevado, excesivamente grandilocuente y emperifollado, el rodeo expresivo y la función literaria del metro, siguiendo a Navarro Tomás .

    Esta lírica empezará a despojarse de sus ropajes e imperfecciones en su avance imparable hacia la modernidad literaria del Renacimiento. El tratado de teoría literaria de época, el famoso Proemio e carta de Íñigo González de Mendoza, ya ponderaba la preferencia por los metros italianizantes de Pietro Bembo por parte de los poetas de la corte del Emperador Carlos V.

    Es muy instructivo comparar esta composición, en el plano de la elaboración estética, la lengua o la función del metro, con otra cuyo análisis ya desarrollamos en una entrada pasada, que apareció en un examen de oposiciones de la Comunidad valenciana.

    Finalmente, señalar que la compañera Irene, en su comentario a la entrada, ha apuntado algunos rasgos muy relevantes para una contextualización lingüístico-literaria del texto. Para el mejor entrenamiento es recomendable haber visualizado el vídeo: CLAVES PARA LA CONTEXTUALIZACIÓN.

    1 comentario en «¿Contextualizamos?»

    1. El texto planteado esta semana es una composición poética, formada por cuatro estrofas de ocho versos fundamentalmente dodecasílabos con rima consonante. Estos rasgos formales nos hablan en una primera lectura de un texto de carácter culto, y en este sentido ahondarían tanto la temática tratada como la forma conceptual y complicada en que lo hace el poeta.
      Existen por un lado, una serie de elementos lingüísticos que nos permiten acotar la época de composición de este poema. Enumero a continuación algunos de ellos.
      Por un lado la presencia constante de f- inicial nos habla de un texto anterior a 1501 (fecha en la que se publica la 2ª edición de La Celestina, y en la que se elimina esta grafía por completo).
      Además encontramos dos -t finales, (grant y dat), que hacia finales del SXV ya se habrán convertido en las terminaciones actuales.
      Resulta llamativa la presencia de las formas de presente para la 2ª persona del plural como embiades, pongades, aprisionedes… pues desde 1400 comienza a alternarse esta desinencia con la pérdida de la dental sonora intervocálica precedida de vocal tónica. Sin embargo, en este texto no aparece ni una sola vez esa alternancia, lo que puede hacernos pensar que nos encontramos en los inicios de este siglo XV.
      Una construcción llamativa de cara a una posible datación del texto puede ser la presencia de artículo más posesivo: la mi ida, del vuestro amorosso, el vuestro semblante. Se trata de un rasgo muy habitual en castellano medieval, que no tendrá cabida ya en el SXVI.
      Nos hallamos por tanto ante un texto que podríamos encuadrar en lo que Lapesa denomina los albores del humanismo, desde 1400 hasta 1474. Se trata de un periodo de vacilaciones en la lengua, con la alternancia de las grafías t y d finales (dat, grant), alteraciones de timbre de las vocales átonas (polido por pulido), o duplicidades en las formas verbales que hemos comentado previamente, que en este caso concreto se decantan completamente por la forma arcaica, lo que podría indicar una mayor proximidad al principio del siglo.
      En cuanto a la temática tratada en el poema, habría que encuadrarla en la corriente del amor cortés, habitual en la poesía culta de cancionero. Esta vinculación se hace evidente en varios elementos presentes en el texto:
      Por un lado, la dueña y señora a la que el poeta se dirige a lo largo de la composición, nos habla de una relación de superioridad y vasallaje entre ambos. Además aparecen tópicos de esta corriente tan prolífica en la lírica del siglo XV. Todo el poema se construye sobre el motivo de la cárcel de amor, de las cadenas del amor, del prisionero de amor, enunciándolo en el texto explícitamente.
      La composición presentaría una estructura circular: se inicia con una petición por parte de la dueña que quiere que el poeta acuda a su llamada, y todo el texto sería una explicación o justificación en torno a la precaución del enamorado de dar cumplimiento a esa petición que supondría ser apresado en la temida cárcel de amor.
      Ahondando en esta temática del amor cortes, el poeta expresa su temor y construye una metáfora en torno al rostro y forma de hablar de la dueña, como armas, y a la cárcel de amor en la que quedaría atrapado sin remedio de no tener cuidado. Por este motivo, el poeta solicita una prueba de amor, y pide la protección de dos divinidades, el dios Amor y Venus, su madre. Este tipo de referencias a la antigüedad clásica nos habla de la presencia del incipiente humanismo.
      Sin embargo, esta composición bebería más directamente de la tradición del amor cortés trovadoresco que de la poesía italianizante: lo complicado de la argumentación y la justificación que se extiende a lo largo de todo el poema muy conceptual, por la sintaxis ampulosa y por la visión del amor como una especie de lucha en la que el poeta teme la crueldad de la dueña.
      La admiración por el mundo clásico y por el latín se refleja en el retorcimiento de la sintaxis, cargada de hipérbatos. En este periodo la lengua castellana necesita revestirse de los ropajes de una lengua culta y para ello los poetas tratarán de acomodar la sintaxis latina a la lengua romance. De ahí la complicación y la dislocación sintáctica, el uso del infinitivo dependiente de otro verbo, la colocación del verbo al final de la frase, o la proliferación de adjetivos que anteriormente eran escasos, que en este poema es evidente, muchas veces con repeticiones de términos equivalentes, uso de paralelismos entre los miembros del periodo, cláusulas simétricas o contrapuestas, bimembraciones… que dotan a esta composición de un ritmo muy marcado, acentuado por la abundancia de la conjunción coordinativa “e”, el polisíndeton, que resalta esa intención de reforzar paralelismos, bimembraciones, repetición de estructuras simétricas.
      El poeta se debate entre dos campos semánticos antagónicos: el peligro, la cárcel, la cadena, la amenaza de acudir a la llamada de la dama y la seguridad, la promesa, el juramento, el seguro, el deber, la seguranza… que demanda.
      Visto así, nos encontramos ante un poema de cancionero en el que el amor cortés se desarrolla en estado puro, y donde la sintaxis latinizante, las menciones mitológicas, nos hablan ya de la llegada del humanismo que pone sobre el panorama cultural la influencia del pasado grecolatino que ofrece nuevas perspectivas, y que se está tratando de acoplar a la lengua y las formas poéticas castellanas. Y es que estas dos corrientes van a seguir su camino de la mano, junto a manifestaciones de origen más popular, y las encontraremos posteriormente en los autores ya plenamente renacentistas.
      La poesía del siglo XV tiene gran importancia, tanto en número como en calidad de obras, sobre todo, si tenemos en cuenta que los poetas del momento trataban de encontrar un nuevo camino para su expresión, apartado de la tradición anterior, dado que hasta mediados del SXIV, las manifestaciones poéticas en la península utilizaban el gallego-portugués como lengua vehicular.
      Buscaban, por una parte, una lengua en la que expresar su sentimiento, puesto que el castellano es aún una lengua nueva, no tradicional que en ocasiones se llenará de latinismos para elevar la lengua y darle una apariencia cultivada. En otros casos, esa elevación se consigue mediante recursos retóricos. Estamos ante una lengua «poco natural», artificiosa. Tendrá que pasar el tiempo hasta que se decidan a usar el castellano habitual, natural, como el que apreciamos en las Coplas de Jorge Manrique. Esa naturalidad será el ideal lingüístico que se impondrá al final del siglo XV. Es decir, para llegar a la naturalidad de Manrique hubo muchas fases de “retorcimiento” y elevación del lenguaje, que se consideraba más poético cuanto menos natural.
      La novela Cárcel de amor (1492), de Diego de San Pedro será ejemplo de puente entre el retoricismo inicial del siglo y la naturalidad de Manrique ya que en ella conviven ambos estilos, ambos tipos de castellano. Nos parece significativo su título, por su relación con el poema que nos ocupa.

    Deja una respuesta

    Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

    Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.