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¿Contextualizamos?

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    Traemos un nuevo texto a nuestra clásica sección: «¿Contextualizamos?». En ella venimos compilando textos de todas las épocas y periodos literarios, que analizamos a la luz de nuestro conocimiento literario.

    Este texto, cuya contextualización ahora proponemos, reúne una serie de rasgos lingüísticos típicos del periodo y, más concretamente, de la obra a la que pertenece, el Libro de Buen amor (1330 y 1343).

    Hemos repetido muchas veces, que los tribunales de oposiciones valoran de manera singular el relato justificativo de nuestra hipótesis contextualizadora y, en menor medida, la identificación del autor y la obra. Ya dijimos que en las oposiciones de Madrid de 2021 se dio el caso de opositores que acertaron con la obra (Fortunata y Jacinta) , pero no justificaron la serie de rasgos del realismo literario presentes en el texto. Esto provocó que obtuvieran una calificación muy inferior a la de otros opositores que, sin llegar a identificar la obra, sí analizaron el texto y justificaron su encuadre correctamente, observando y justificando de manera razonada diferentes fenómenos temáticos y lingüísticos presentes en la secuencia narrativa propuesta. Por tanto, es fundamental centrar nuestro entrenamiento en la identificación de estos rasgos clarificadores que apoyen y justifiquen nuestra afirmación.

    En la confluencia de estas líneas de análisis se presenta el comentario y análisis histórico-literario, en el que conectamos nuestro conocimiento literario con el texto, testigo fresco y vivo de un periodo y una época, y, además, ilustramos nuestro conocimiento teórico sin apartarnos del texto, de su lengua y su mensaje, ejemplificando y justificando.

    He aquí el texto que comentaremos en la próxima sesión. Os dejo, además, un vídeo con unas pautas para realizar el ejercicio.

    —“La cera que es mucho dura e mucho brozna e helada,
    desque ya entre las manos una vez está masnada,
    después con el poco fuego cient vezes será doblada :
    doblarse ha toda dueña que sea bien escantada…”
    “Amigo, non vos durmades, que la dueña que dez’ides,
    otro quier’ casar con ella, pide lo que vos pedides,
    es ome de buen linaje, viene donde vos venides;
    vayan ante vuestros ruegos que los ajenos convites.
    “Yo lo trayo estorbando, por cuanto non lo afinco,
    ca es ome muy escaso , pero que es muy rico,
    mandóme por vestuario una piel e un pellico,
    diómelo tan bien parado, que ni es grande ni chico.
    “El presente que se da luego, si es grande de valor,
    queblanta leyes e fueros, e es del derecho señor;
    a muchos es grand ayuda, a muchos estorbador,
    tiempo hay que aprovechar, e tiempo hay que faz peor.
    “Esta dueña que decides, mucho es en mi poder,
    si non por mí, non la puede ome del mundo haber,
    yo sé toda su fazienda, e cuando ha de fazer
    por mi consejo lo faze, más que non por su querer”.

    4 comentarios en «¿Contextualizamos?»

    1. El texto propuesto es un fragmento, en efecto, del Libro de buen amor de nuestro querido arcipreste de Hita, obra compuesta en la primera mitad de un siglo, el XIV, cuajado de cambios socioeconómicos que alterarían irremediablemente el ideal que la Iglesia venía esforzándose en mantener a través de recitaciones (Francisco Rico señala que hasta la llegada de la literatura de caballerías el acceso al texto se resolvía más por el oído que por la vista) tanto épicas como sagradas.

      Para justificar nuestra contextualización atenderemos a dos niveles clave: el lingüístico y el extralingüístico, y ya de entrada mucho es lo que este último delata. En primer lugar, el texto aparece presentado como el discurso directo pronunciado por una persoa que destaca por su habilidad en la tercería (baste leer las estrofas primera y, especialmente, la final, que da cuenta de una profesionalidad casi escalofriante…). La figura de la alcahueta, misteriosa mensajera, es un verdadero signo de la época medieval que, sin embargo, hunde sus vivas raíces en la tradición de la literatura árabe y que, atendiendo a Américo Castro, Juan Ruiz disfrutaba imitando. Así, este discurso de la madre espiritual de la futura Celestina despliega la existencia e influencia de uno de los arquetipos de personajes más propios de un medievo castellano que se desmoronaba moralmente, rasgo este también apreciable en el fragmento cuando observamos que, de la mujer, ya no es fuente de interés su santidad, como declamaría Berceo bajo la autoridad de tantos “escriptos” europeos, sino su condición de objeto presto (con la ayuda, es claro, de la medianera) al consumo erótico que subyace al matrimonio. Carácter vitalista de época, pues, que queda retratado cuando leemos la alusión a que con poco fuego, palabra esta en íntima tradición con el deseo carnal, la dueña se dobla en voluntad y cuerpo…

      La primera estrofa, que guarda tan plástica alegoría entre sus sentenciosos versos, sirve asimismo de fundamento a la hipótesis del marco histórico-literario que intuimos: en la Edad Media, la técnica escolástica que servía de puente al saber, bien moral, bien intelectual, se amparaba no solo en la autoridad que confería el pergamino, sino también bajo ese conocimiento popular en siglos macerado: el de los proverbios, dichos y refranes. “La cera que es mucho dura…” refiere, pues, y a la manera de lo universalmente consabido, al destino de una dama que no se cuide de alejarse del calor que generan las manos y las llamas. Es muy dulce la intención del arcipreste en este aspecto, ya que (y sírvanos también esto como razón de localización textual), como él mismo expresa al inicio de su obra, recordando esos dardos de san Gregorio que “menos fieren al onbre si antes son vistos”, entre rimas y burlas pretende, muy especialmente, proteger a las mujeres de los embelecos de interés masculino. Desde el punto de vista pragmático, el buen Juan Ruiz aún hoy continúa advirtiendo a sus lectoras sobre cómo pueden convertirse en víctimas de la más maquinaria salacidad. Por su parte, la cuarta estrofa también demuestra carácter proverbial al manifestar la pleitesía que todo código acaba por rendir a la riqueza.

      Otro fenómeno que a nivel léxico nos hace pensar en la Castilla medieval como cronotopo bajtiniano del texto es la isotopía de palabras en relación con el estamento nobiliario: “linaje”, “casar”, “rico”, la referencia al regalo de “una piel e un pellico”, “fuero” o “señor” alejan el texto de nuestro momento, donde la ostentación de alcurnia y pellejos queda relegada a la cinematografía, y lo sitúan en un contexto en el que la distancia entre las clases sociales es, como poco, feroz, pese a la creciente morigeracón que irá obligando el mercadeo burgués.

      Por otro lado, enfocándonos en el nivel propiamente lingüístico, podemos tratar de ofrecer una fecha aproximada, siguiendo el consejo de periodización corta de Menéndez Pidal, de datación textual. Primeramente, observamos el voseo reverencial empleado, que nos conduce inmediatamente a la Edad Media, donde se utilizaba independientemente de cual fuera el estrato social de su destinatario, velado aquí tras el vocativo “amigo”. En segundo lugar, la configuración métrica del texto, una cuaderna vía cien años cansada que ya no se obstina tanto en contar sus sílabas, descarta el “sen pecado” siglo XIII, y recoge varios indicios de mayor precisión temporal:

      1) Encontramos un caso de pérdida extrema, debido a su consonante anterior, en “cient”, y otro de apócope en “quier”, de manera que el fragmento debe de ser posterior a 1276, fecha de publicación del Libro de la octava esfera de Alfonso X el Sabio, que rehúsa su empleo y la convierte en un resto.
      2) Hallamos repetidas veces la presencia de / f / inicial, concretamente en el polípote que conforman “fazienda”, “fazer” y “faze” en la última estrofa. Esto nos confirma que, en efecto, el texto no superó el periodo medieval, pues su grafía ya se habrá apagado en la segunda edición de la Celestina, es decir, en 1501. Ahora bien, mientras que el texto se sirve de la conjunción “e” y de la forma latina “non”, más propias del siglo XV, la presencia de la contracción preposicional “desque” apunta, conjuntamente, al siglo XIV.
      3) Finalmente, la desinencia verbal «–(a)des», de la segunda persona del plural en formas paroxítonas, apreciable, por ejemplo, en “durmades”, con «–d–» proveniente de «–t–», se fue enrareciendo con el acabamiento del siglo XIV, lo que cercaría la posible datación al primer decalustro de este. Así, como síntesis de los fenómenos expuestos, podemos ofrecer como fecha de composición estimada los primeros cincuenta años del siglo XIV.

      Como despedida y apunte personal, quisiera añadir que siempre, siempre es un placer leer de la alegre sabiduría de Juan Ruiz.

    2. ¡Buenos días!
      Para poder datar este fragmento, sin saber de quién es, me habría fijado en todos los elementos filológicos que ha comentado la compañera, pero sobre todo la palabra clave que me habría iluminado es «DUEÑA» me recordaría a Juan Ruiz. Además al dirigirse al «Amigo» tiene ecos del exemplum y del «prodesse et delectare» tan usado por el Arcipreste de Hita en su famoso libro.
      Junto a todo lo dicho, externamente es muy llamativo el uso de la forma versal de la cuaderna vía que por esta época literaria es más libre y, por consiguiente se aparta de las formas canónicas.
      Saludos a todos.

    3. Como bien ya ha dilucidado mi compañera, se trata de un fragmento del Libro de buen amor, de Juan Ruiz, arcipreste de Hita, una obra perteneciente al Mester de clerecía.
      Sabemos que pertenece a esta escuela por la utilización de la cuaderna vía. No obstante, no es una cuaderna vía canónica, pues en ocasiones los versos llegan a sumar dieciséis sílabas (véase el verso 3 o el 5 como ejemplos de ello).

      El presente fragmento está, además, en boca de Trotaconventos. Lo sabemos porque le indica a nuestro arcipreste que sabe todo de la dueña (la enamorada); es un personaje omnisciente y además la tiene hipnotizada («mucho es en mi poder», «yo sé toda su fazienda»), y demuestra su poder para enamorarla del hombre que ella quiera («si non por mí, non la puede ome del mundo haber»). Además, no se trata de un tema religioso, sino que trata de conseguir el amor de una mujer. Se introducen términos propios de la pasión («cera», «fuego»).

      Otro rasgo que viene a mostrarnos que conversa con el arcipreste es el del linaje, pues el texto nos lleva a que es una persona con una buena posición social, al igual que la otra persona que compite por el amor de la dueña. En esa parte del fragmento también vemos que Trotaconventos cobra por los favores, pues nos dice que ese otro al que desconocemos le ha pagado con «una piel e un pellico».

      En cuanto al nivel propiamente lingüístico, que nos ayuda a contextualizar en un período literario concreto el fragmento, podemos hacer referencia a los siguientes rasgos:

      – Restos de pérdida de -e: en unos casos utiliza «grande» y en otros «grand», lo que sitúa el texto en el siglo XIV.
      – La presencia de la preposición «por» en su forma actual, lo que indica que debe ser posterior a 1284.
      – La presencia en todo el texto de «f- inicial» latina, que nos sitúa en un período anterior al siglo XV.
      – El predominio de la conjunción «e», presente en un intervalo que va del siglo XII al XV.
      – La confusión de /z/ y /c/, cuyos primeros casos se ven en el siglo XIV («vezes», «dez’ides», «fazer», «fazienda»).
      – Presencia de «non», que pervive hasta el siglo XV inclusive.
      – Todavía no ha caído la «-d»- intervocálica de las segundas personas precedidas de vocal tónica («venides», «pedides»), lo que nos sitúa antes de la segunda mitad de finales del siglo XIV y hace que nuestro marco contextualizador quede reducido.
      – Continúa la forma «vos», que empieza a sustituirse por «vosotros» u «os» a finales del siglo XIV y siglo XV.

      Con todo, concluimos que nuestro fragmento se sitúa en un marco que va desde 1284, fecha en la que se pierde «pora», hasta la primera mitad del siglo XIV, fecha en la que todavía tenemos presencia de «-d-» en las segundas personas precedidas de vocal tónica y hay confusión entre los fonemas /z/ y /c/.

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