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¿Contextualizamos?

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    Seguimos con una nueva semana de estudio y trabajo en la preparación. Cada vez va quedando menos para el inicio de las pruebas. Por ello, debemos arreciar nuestros esfuerzos y preparar a conciencia todas las partes. La oposición lo que reclama es constancia, esfuerzo y estudio lineal; un estudio sosegado y exhaustivo. La materia de Lengua castellana y Literatura, especialidad que tanto amamos, representa un vasto campo de contenidos, parcelas científicas y disciplinas que no se pueden ni se deben intentar asimilar en cosa de dos meses. No nos engañemos: no existen «cursos exprés» , atajos o bálsamos milagrosos capaces de darnos la adecuada capacitación y especialización. El esfuerzo continuo, la constancia, la preparación año tras año (independientemente de que ese año concreto se convoquen o no oposiciones), la exhaustividad y la exigencia son los pilares que sostienen la verdadera excelencia.


    A las cinco de la tarde.        
     Eran las cinco en punto de la tarde.        
     Un niño trajo la blanca sábana        
     a las cinco de la tarde.        
     Una espuerta de cal ya prevenida        
     a las cinco de la tarde.        
     Lo demás era muerte y sólo muerte        
     a las cinco de la tarde.        
     El viento se llevó los algodones        
     a las cinco de la tarde.        
     Y el óxido sembró cristal y níquel        
     a las cinco de la tarde.        
     Ya luchan la paloma y el leopardo        
     a las cinco de la tarde.        
     Y un muslo con un asta desolada        
     a las cinco de la tarde.        
     Comenzaron los sones del bordón        
     a las cinco de la tarde.        
     Las campanas de arsénico y el humo        
     a las cinco de la tarde.        
     En las esquinas grupos de silencio        
     a las cinco de la tarde.        
     ¡Y el toro solo corazón arriba!        
     a las cinco de la tarde.        
     Cuando el sudor de nieve fue llegando        
     a las cinco de la tarde,        
     cuando la plaza se cubrió de yodo        
     a las cinco de la tarde,        
     la muerte puso huevos en la herida        
     a las cinco de la tarde.        
     A las cinco de la tarde.        
     A las cinco en punto de la tarde.        
     Un ataúd con ruedas es la cama        
     a las cinco de la tarde.        
     Huesos y flautas suenan en su oído        
     a las cinco de la tarde.        
     El toro ya mugía por su frente        
     a las cinco de la tarde.        
     El cuarto se irisaba de agonía        
     a las cinco de la tarde.        
     A lo lejos ya viene la gangrena        
     a las cinco de la tarde.        
     Trompa de lirio por las verdes ingles        
     a las cinco de la tarde.        
     Las heridas quemaban como soles        
     a las cinco de la tarde,        
     y el gentío rompía las ventanas        
     a las cinco de la tarde.        
     A las cinco de la tarde.        
     ¡Ay qué terribles cinco de la tarde!        
     ¡Eran las cinco en todos los relojes!        
     ¡Eran las cinco en sombra de la tarde!

    El texto anterior es la I parte del famoso «Llanto por Ignacio Sánchez Mejías» de García Lorca. Ya hemos comentado el pasmo que causa la hora, la circularidad angustiosa y el reflejo de una elocución que viene determinada por la pulsión del pensamiento más que por la propia lógica gramatical y compositiva. Comparemos el sentimiento profundo de la pena en otra composición.

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