Este texto apareció en la Convocatoria de Castilla-La Mancha en 2004. De cara a la preparación del práctico de la oposición de lengua podéis realizar un simulacro de análisis y de contextualización.
Después de hecha la guerra del año pasado, viniendo a tener el invierno a mi pobre reposo, pasando una mañana, quando ya el sol quería esclarecer la tierra, por unos valles hondos y escuros que se hazen en la Sierra Morena, vi salir a mi encuentro, por entre unos robledales do mi camino se hazía, un cavallero assí feroz de presencia como espantoso de vista, cubierto todo de cabello a manera de salvaje; levava en la mano isquierda un escudo de azero muy fuerte, y en la derecha una imagen femenil entallada en una piedra muy clara, la qual era de tan estrema hermosura que me turbava la vista; salían della diversos rayos de fuego que levava encendido el cuerpo de un honbre que el cavallero forciblemente levava tras sí. El qual con un lastimado gemido de rato en rato dezía: «En mi fe, se sufre todo». Y como enparejó comigo, díxome con mortal angustia:
—Caminante, por Dios te pido que me sigas y me ayudes en tan grand cuita.
Yo , que en aquella sazón tenía más causa para temer que razón para responder, puestos los ojos en la estraña visión, estove quedo, trastornando en el coracón diversas consideraciones; dexar el camino que levava parecíame desvarío; no hazer el ruego de aquel que assí padecía figurávaseme inhumanidad; en siguille havía peligro y en dexalle flaqueza; con la turbación no sabía escoger lo mejor. Pero ya que el espanto dexó mi alteración en algund sosiego, vi quánto era más obligado a la virtud que a la vida; y enpachado de mí mesmo por la dubda en que estuve, seguí la vía de aquel que quiso ayudarse de mí. Y como apresuré mi andar, sin mucha tardanza alcancé a él y al que la fuerca le hazía, y assí seguimos todos tres por unas partes no menos trabajosas de andar que solas de plazer y de gente; y como el ruego del forcado fue causa que lo siguiese, para cometer al que lo levava faltávame aparejo y para rogalle merescimiento, de manera que me fallecía consejo; y después que rebolví el pensamiento en muchos acuerdos, tomé por el mejor ponerle en alguna plática, porque como él me respondiese, así yo determinase; y con este acuerdo supliquéle con la mayor cortesía que pude me quisiese dezir quién era.
Este fragmento, como habréis comprobado, pertenece a Cárcel de amor. Se trata concretamente del comienzo de la obra. Se publicó en 1492 y obtuvo un notable éxito en el siglo XVI. Esta obra se tradujo a varias lenguas y alcanzó más de veinticinco ediciones en castellano. La novela está escrita en forma epistolar, y en ella San Pedro cuenta las desventuras amorosas que sufre Leriano al enamorarse de la hermosa Laureola, hija del rey de Gaula. Éste se opone a la relación, y Laureola decide no volver a ver a Leriano por haber puesto en peligro su reputación debido a sus requerimientos amorosos. Leriano, entonces, decide acabar con su vida y se deja morir de hambre, después de beber en una copa las cartas de su amada.
El hecho de que no aparezca mención a los personajes complica bastante la contextualización. No obstante podemos deducir fácilmente que se encuentra o es anterior al último cuarto del XV, por diversos fenómenos de carácter fónico, entre ellos la presencia del grupo –bd- que todavía no ha vocalizado.