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¿Contextualizamos? 10-6-2020

    He aquí un nuevo texto para la preparación del ejercicio de contextualización literaria. Prestad atención a los referentes de carácter religioso…

    EL DESCAMPADO
        
    Tú estás en ese taxi parado, sí, eres Tú
    —un bulto en el crepúsculo—
     junto al bordillo blanco
    donde se acaba el campo 
    de enfrente o descampado.
    Lo sé, aunque no te he visto 
    (y aunque dentro del taxi
    no hay nadie). Está lloviendo con fuerte. 
    Está empezando
    a oler en la ciudad 
    a campo de muy lejos...
    Y tú estás en el taxi 
    como en una capilla
    que fuera entre las hazas 
    ermita solitaria.
    (Lo sé, porque esos trigos 
    que se iluminan, lejos...,
    y ese río parado, 
    con sus aguas crecidas
    de pronto...) Llueve fuerte 
    y estás dentro del taxi
    (tal vez junto a ese chófer 
    fatigado al volante).
    Sé que dentro del taxi 
    no hay nadie, pero huele
    a lluvia de muy lejos. 
    Suena esa lluvia. Y pienso
    sin ganas: ser poeta, 
    suspender en el aire
    laborioso de un día 
    y otro día unas pocas
    palabras necesarias, 
    y quitarse de en medio.
    Porque uno —su difícil vivir— 
    ya no hace falta
    si quedan las palabras. 
    Ser poeta: orientarse,
    como esa luz dudosa 
    cruzando el descampado
    y en vez de una existencia brillante, 
    tener alma.
    Por eso, algo me quito de en medio: 
    estoy viviendo
    como un taxi parado 
    junto al bordillo blanco
    (y hay un cerco de alegres 
    sonrisas y de manos
    fieles a sus celestes contactos 
    en la sombra).
    Porque Tú, el más activo 
    —y el más ocioso— estabas
    aquí, junto al farol 
    de luz verde en la noche.
    Tú, sin libros; Tú, libre con brazos, 
    con miradas,
    estabas sin testigos 
    y medías —ocioso—
    mis pasos por mi 
    cuarto (donde caben mis años).
    Y los trigos en éxtasis 
    de Castilla la Vieja,
    los ríos llameantes 
    con sus aguas crecidas,
    seguían a lo lejos 
    relevándote (mientras
    detrás de mis cristales 
    aparece el retraso
    de ese barro, esos charcos 
    del ancho descampado,
    ¡yo también descampado, 
    desterrado del campo!)

    En la pasada clase del sábado estuvimos analizando el texto «Aquella casa de La Coruña» de Luis Rosales.

    Seguramente, leyendo esta composición de Luis Felipe Vivanco , «El descampado» , ya habréis relacionado las formas pronominales de segunda persona la amistosa forma de dirigirse a Dios. Este procedimiento lo vamos a encontrar con mucha frecuencia en todos los poetas de Cruz y Raya.

    El contraste literario del paisaje y una mirada noventayochista sobre el mismo

    Otro de los rasgos que seguramente os ha llamado la atención es el tratamiento del paisaje castellano. Este tratamiento subtiende la concepción de los planteamientos estéticos y formales de los poetas de la primera generación de posguerra. Este tratamiento pesimista, contrasta con la visión más optimista de poetas como Juan Ramón Jiménez, que nos trasladan una elaboración paisajística en línea con el simbolismo.

    Vuelvo a insistir en la necesidad de repasar obras y autores en la parte del tema y en los niveles del práctico. Aproximarse a este poema habiendo leído la literatura de Vivanco nos traerá a la cabeza uno de sus libros fundamentales, precisamente El descampado de 1957.

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